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NUESTRO COLUMNISTA IVAN ESTENASI DICE:
‘En la decó somos muy aspiracionales, esto quiere decir que quieres trepar y rápido. Aunque a decir verdad a mí que se diga esto siempre me remite a… los polvillos. Aspiras a tal cosa, aspiras tal cosa. Que la moda es aspiracional -como decía el diseñador trolo en “Betty La Fea”- subir, subir, subir, aspirar, aspirar, aspirar. Tal vez sea una deformación profesional porque el métier de la decoración de interiores tiene esas cosas ¿no? Aunque sea la de mala calidad, porque la tenemos dura a la cosa ya que no fluye el “cash” así nomás en la capitales del interior. O sea, serás todo lo aspiracional que quieras pero con esa harina de pobre, mucho vidrio me doy cuenta… no es que te sangran las fosas porque te pasaste, pillín, es por el vidrio mal picado. Realmente es una lástima… que la decoración de interiores sea la pariente pobre del arte y la hermana pelotuda de la arquitectura, pero es que no dió para más.
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En las provincias berretongas con aspiraciones no existen ni buenos polvos ni buenas carreras de arte & arquitectura. Hay de lo “fashion” -deberían escribirlo con ye en sus modestos backlights- o de “decoración” en escuelas de medio pelo o en las privadas donde nos pelamos el culo -o el de los papás empleados estatales- para pagar un arancel todos los santos meses. Cursas esas carreras híbridas de “rápida salida laboral” (año y medio, dos) para alimentar un sector de servicios dirigido a esposas de políticos menores, comerciantes prósperos de látex o “empresarios” de cualquier rubro que hicieron trueque con algún pelafustán de más arriba. A ver… sos una especie de mucama con certificado que se actualiza todos los meses con la Caras o la Hola y, de vez en cuando, con esas un poco más caras onda arquitectura & decó. Suerte que ahora se generalizó internet, antes solíamos acceder en un bar con computadoras puestas en estrella, donde unos chateaban en salas porno y otros además mirábamos lo último en las páginas de fashion & home.
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El drama es que tenés que mantener una imagen, un estilo, demostrar que manejás onda, y para eso hace falta efectivo, mantener una deuda infinita en ¡Efectivo Sí! o tener al borde del colapso la Tarjeta Naranja para estar bien y parecer que estás bien. Estar bien en todos los sentidos, off sudores, off depresión, off odio, off ataque de nervios. Lo legal también ayuda, la rivotra, etc. Educar el carácter, eso nos ensañaron en el coaching del instituto, siempre con el foco en tus metas personales. El drama además es que las hijas de remil puta nunca te pagan a tiempo como para que puedas sacar la cabeza de abajo del agua aunque sea un ratito. La minas con disponible son las más agarradas, esas tacañas yiras de mierda, te deben, te deben y te deben, y se sabe lo absolutamente desagradable que es reclamar pagos en esa relación tan “simpática” que tenemos que tener con nuestras clientas. Si lo haces no te hablan más, no te mandan más mensajes, no te devuelven la llamada perdida. Es un horror, págueme señora… ¡Y ahora dónde está la Cristina, ay!
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Una amiga mía era de usar métodos alternativos para percibir lo que correspondía, Paula Vel Decó (en realidad, Karina Paola Vélez pero Karina es groncha y Paola no evoca…) Pero ojo, esto también tenía su “costo marginal”: el pete al marido de la señora y/o en el peor de los casos una empalada rápida faldas arriba contra el escritorio del fulano, un fofo y desagradable sin ningún encanto y con ringtone de Marco Antonio Solís… Eso sacaba de apuros a Pau pero nada puede funcionar así, no por mucho tiempo, a menos que te conviertas en una decó puta, luego en puta decó, y al finalmente nomás en puta… Entonces todo es vivir al borde del barranco. Imaginate el nudo que yo sentía cuando para cerrar un laburo con potenciales clientes los invitaba a tomar un café en una confitería de la zona cool (Porota Deli o Quishqui Bar) y me la pasaba sufriendo patéticamente por esos tres putos cortados en jarrito a precio vil que pagaba yo obvio, y ni te digo si se les ocurría acompañar con algún pedazo de “cake”…
La crisis terminó de reventar cuando se aburrieron del “atelier de arte” y a estas buenas señoras se les ocurrió tomar cursos de decoración como quien joder y hacer algo con su vocación de mantenidas. Estas jóvenes mujeres dejaban los críos con alguna Teresa -otra joven mujer que debía pagar sola sus cuentas- y se ponían a hacer algo independiente y… gratis. Era el Fin. Las zorras decoraban su casa y las de sus amigas como quien chusmear una tarde de sábado, dándose consejos, eligiendo tapizados, yendo a los cacharreros de segunda mano para rescatar muebles olor a cucaracha y patinarlos. ¡Oh my god! lo último fue agarrar esas bases de madera para carga y descarga de los súper y transformarlas en mesas ratonas para libros de arte y novelas de Tom Clancy. Ellas ahora se las saben todas. Miran Fox Life. No nos necesitan. Momentáneamente Paula se pasó a la gastronomía: reacomodó el local y atiende por facebook las “cool picada delivery” que diseñó para la fiambrería de don Yiyo, un amigo de papá.’