Ciertos nombres parecen recurrentes en nuestros debates sobre el humor: Marcelo Tinelli y Malena Pichot, por ejemplo. Según entiendo, ambos son casos análogos en una linea continua que también incluye a Jorge Porcel, Alberto Olmedo y Francella. Si se quiere, mi hipótesis coloca a Malena Pichot (y Santiago Siri, quizá) en el tronco tradicional del humor argentino caracterizado más por el sarcasmo que por la ironía. En el caso de Pichot, hay un ensayo (frustrado, según entiendo) de invertir lo bajo sobre lo alto (algo que venimos viendo pasa tambien en el arte y la literatura) construyendo una figura nerd, bisexual/lesbica y a pesar de eso, exitosa.
Estos últimos dias Malena Pichot fue mencionada en este blog en dos ocasiones: la primera tenia que ver con las supuestas infidelidades de su pareja y la segunda tiene que ver con sus intentos de participar en el blog tanto como comentarista como a traves de su cuenta de twitter. Respecto a la mención al hecho que Malena es cornuda, según sugiero en este articulo, puede ser el mejor favor que se le haga a su carrera. Respecto de su comentario en twitter: ‘Canete solo va a parar cuando alguien lo quiera’, lo que debería decir es que a mi solo me interesa el afecto que viene del respeto virtuoso como fundamento de la verdadera amistad.
Creo que el problema de Malena Pichot tiene que ver con ese ya explorado cipayismo cultural. Me refiero a esta novedad del ‘Stand Up Comedy’ en Argentina. El stand up comedy empieza en los pubs del East End de Londres y tiene que ver con la necesidad de desviar la agresividad hacia un individuo (el comediante) quien la refracta y la distribuye de manera ordenada. Es por esto que el ‘stand up comedy’ comienza en sarcasmo para pronto convertirse en ironia y luego volver al sarcasmo. Es en este equilibrio de generos humoristicos que el stand up comedy triunfa. De acuerdo a Bergson, la diferencia entre la ironia y el sarcasmo es que en la primera hay un acuerdo entre las partes entorno de un codigo comun. No puede haber ironia sin conocimiento entre las partes. Es que la ironía es un mecanismos retórico de desplazamiento en donde una cosas quiere decir su opuesto. Para que uno puede entender eso debe haber cierta familiaridad entre las partes. El sarcasmo es siempre uno riéndose del otro y uno podría decir que es una de las formas mas bajas del humor.
La tradición del humor argentino se funda en el sarcasmo que, por su propia lógica, exige la monumentalizacion del que se rie y la minimización del que es objeto de sorna. Es por esto que desde Olmedio, Porcel, Francella, pasando por Perciavalle y Gasalla (con, diria yo, la excepción de Enrique Pinti), el humor argentino se ha venido construyendo a través de una monumentalizacion del humorista (o capo comico) para que la diferencia entre ‘el que se ríe de’ y ‘aquel del cual todos nos reimos’ sea lo mas clara posible.
Hace unos años fui a ver el musical The Producers en el West End de Londres con Matthew Broderick y Nathan Lane. Quedé fascinado. Un mes después vi la puesta porteña con Pinti y Francella. Fue un verdadero desastre ya que pudieron ser fieles a los personajes por quince minutos hasta que Francella comenzó a ser ‘el vivo, ganador, garfa, jodido’ de siempre (me refiero a las sugerencias pedofilas y misóginas de su programa de los domingos al mediodía). Tras el primer intervalo, todo eran muecas de Francella que provocaban la risa idiota e irreflexiva de la platea.
El caso de Malena Pichot es similar ya que si bien supone buscar la compasion del espectador como ‘marimachito, mina usada, nerd’, lo cierto es que a los dos minutos de ser observado, comienza (yo diria, histericamente) a reclamar su propia monumentalidad como paradigma de lo cool y, tal vez, del estilo. No se puede ser payaso y top model, al mismo tiempo. Es asi de simple. Es esta suerte de narcisismo que se plantea como un obstaculo para la conformacion de un acuerdo horizontal entre el espectador y ella, para ella siempre quedar en un lugar superior. El problema es que en cuanto esto se hace evidente para el espectador, la magia se rompe y uno tiende a pensar: ‘Qué boluda!’. Lo que Pichot necesita es victimizarse y arriesgarse (por dos minutos) a no ser cool para luego ser cool pero por las razones adecuadas. Este fue el caso de Benny Hill, de Seinfeld, de Larry David, de Groucho Marx y la lista sigue. El problema es su inseguridad. Quiere ser modelo o comediante? Quiere ser socialite o comediante? Quieren hacer stand up o sketches televisivos con Susana Gimenez? Este blog le hace un favor al acusarla de cornuda porque la hace algo mas querible. El problema es que cuando se quiere hacer la viva: ‘A Cañete no lo quiere nadie’, termina quedando en evidencia en sus ganas de pertenecer al grupo de los cool que como todos sabemos, a esta altura, es LANP. Just a thought.
