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EL PUT@ PSYCHO-KILLER

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A las 21.30 del 4 de octubre de 2003, Tulio Adorna mató a su padre y a su hermano menor cuando ambos miraban televisión en el comedor del chalé de San José 2432 de Funes. El joven tenía entonces 17 años. Su padre, Alberto Adorna, de 50 años y propietario de una agencia de quinielas, y su hermano menor Germán, de 16, murieron con disparos en la nuca. También fueron baleadas su madre, Alicia Travagliante, y su abuela Catalina Dártoli. La justicia probó que el jóven había consumido cocaína pero no se pudo determinar si había consumido ese día en particular.

En el 2007, el juez de Menores Juan Artigas entregó a la fiscal Alicia Donni y el defensor Jorge Beduret la resolución que absuelve al joven. La fiscal y el defensor recibieron las 93 fojas con la resolución del juez Artigas sobre la situación de Tulio Adorna, quien fue absuelto por entender que actuó motivado por una “emoción violenta patológica temporaria”. La fiscal, que había pedido la pena de reclusión perpetua , presentará la apelación en la sala II de Cámara de Apelaciones. Pese a la absolución, Tulio Adorna continuaba bajo tratamiento.

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En el 2008, los camaristas dieron por válido el argumento que la defensa estableció el año anteior: que el joven estaba recuperado clínicamente y que por ello es innecesario prolongar la medida de seguridad psiquiátrica que se le había impuesto, en sustitución de la pena que le habría correspondido en caso de ser imputable.

Lo hicieron luego de escuchar el dictamen favorable de un médico y una pediatra que recomendaron la supresión del control psiquiátrico. Aunque para declararlo inimputable hace dos años se había sostenido lo contrario, ahora el forense Carlos Elías descartó la existencia de una enfermedad mental en el joven y, según el fallo, consideró diluida su peligrosidad original.

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Para los jueces Ramón Teodoro Ríos, Juvencio Mestres y Adolfo Prunotto Laborde, la continuidad de la terapia en lugar de ayudarlo aumenta la vulnerabilidad del joven. Lo mismo la prolongación del trámite judicial y la divulgación pública de sus alternativas.

La discusión. El fallo que interrumpe el control judicial sobre Tulio Adorna se produce a dos meses de que se dictara otro que recomendó lo contrario. En marzo pasado la jueza María del Carmen Musa se opuso al archivo de la causa. Señalaba que ningún proceso diagnóstico firme sugería la desaparición del trauma que detonó el estallido del chico del 4 de octubre de 2003 en la casa familiar de Funes, lo que implicaba persistencia de peligro para sí mismo y para terceros. Musa aseguró no había constancia de la continuidad y la coherencia del tratamiento que recibió el joven.

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Hace una semana Tulio compareció en una audiencia en la Sala II de la Cámara Penal que debía dirimir si la causa judicial seguía o iba al archivo. Estuvo allí su defensor, Jorge Bedouret, y dos personas que participaron en todo el trámite del seguimiento del joven: el citado Carlos Elías y Mirta Guelman. Estos últimos coincidieron, según los jueces, en el diagnóstico de la recuperación de Tulio y en lo contraproducente de prolongar la intervención judicial.

Los otros. No estuvieron en la audiencia otros profesionales, citados por la jueza Musa, que llegaban a conclusiones distintas sobre eso. Por ejemplo la psicóloga Mónica Rateni, que recomendaba la continuidad del tratamiento psiquiátrico, que el joven había abandonado en el último período.

Esta especialista hablaba de falta de conciencia de la enfermedad. Musa mencionaba en su fallo de hace dos meses que había abundantes y explícitas manifestaciones de profesionales aludiendo a las dificultades que tuvieron para mantener al muchacho en la terapia.

Uno de los motivos por los cuales Tulio no recibió condena es porque se probó que padecía una enfermedad: Trastorno Borderline o Trastorno Límite de la Personalidad (TLP).

Este cuadro implica inestabilidad en las relaciones, en la afectividad, y una notable impulsividad. Por esto, para la jueza Musa, necesitaba tratamiento. El asesor de Menores Luciano Corvalán y la fiscal María Isabel Más Varela habían coincidido con este planteo.

La réplica. Los camaristas, no obstante, lo refutaron. Estimaron que es difícil que se renueve el peligro de que Tulio reitere hechos que lo pongan en riesgo a él o a terceros. Lo consideran exitosamente encaminado. Señalan que la situación que se presentó originariamente, y que detonó su acto, no volverá a repetirse. Que cambió su edad y, con ello, el sistema neurológico y hormonal del niño que protagonizó aquel acto.

Anda suelto por Buenos Aires y esta para ‘matarlo’.

 



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