La muestra de Silvia Aguirre en Schilfka Molina es muy mala por varias razones. En primer lugar, me pongo de terrible humor cuando se busca complementar la pintura con performances. Una pintura debe ser autonoma y adquirir sentido dentro de sus condiciones fisicas y si tengo que pasarmela por la concha, como es el caso de Silvina Aguirre, realmente el ejercicio pictorico se transforma en cotillón, en el mejor de los casos, y dildos metamorfoseados en arte, en el segundo. Esto es algo que comenzó a hacer Guillermo Kuitca y desde allí se fue degenerando hasta llegar a esto.
En segundo lugar, hay un problema de ‘buen gusto’ en denominar ‘Vanitas’ a una muestra compuesta de malas copias de obras como el Hombre del Turbante Rojo de Jan van Eyck, la Mujer del Aro de Perla de Jan Vermeer o la Merry Company de Frans Hals. Supongo que el gesto a Holanda y Flandes tiene que ver con la presencia de la novia holandesa de Ezequiel Suranyi (dueño de la galeria) quien, en una galeria de por si muy endogamica, es directora. El modo en el que el nombre esta empastado en la pared da la pauta de la calidad estetica del personaje en cuestión.
En tercer lugar, la mezcla de performance, parque tematico y muestra modernista genera una cacofonia de estilos que preocupa. La invitación a esta muestra nos muestra lo unico bueno que Silvina Aguirre parece tener que es su vagina depilada y, desde ya, usar la obra de Cranach para taparla me parece por lo menos una imprudencia. Otra porquería en la galeria de mi amigo Suranyi y esa gorda que tiene de socia. Just a thought.
