NUESTRA LAUCHA Y FANTINO COMO TERMOMETRO SOCIAL:
‘Es increíble lo que me pasó con Fantino. Hace muchos años lo veía en el programa que tenía a la medianoche, después de cenar, después de desenchufarme en corriendo.
Me gustaba porque era más o menos de mi edad, era del interior, contaba algunas cosas propias de un chico de pueblito del interior que se vino a vivir a Buenos Aires, etc. Vivencias que, siendo yo muy distinto, podía sentir comunes. Lo que me gustaba era cierta “sencillez” y “naturalidad”. No podía dejar de ver que era un ignaro, pero la sencillez lo redimía. Hasta en su presentación ante las cámaras: solía aparecer con unos jeans, remera, zapatillas. Look invariable noche a noche.
Ahora lo vi una o dos veces. Me produjo la misma repulsión que me produce Tinelli. Sin dudas la guita más la celebridad les vuela la cabeza. Lo vi hace unos días en un reportaje a Massa.
Era el terror, ver al entrevistador, sumado a las visiones comunes del entrevistado. Massa quería identificarse con Fantino y viceversa. El gorila y el mono, midiéndose, comparándose, sugiriendo “somos similares”, “del mismo mundo”, “miramos de arriba a los otros”. Y el “arriba” es la espantosa superficialidad, corrupción, vacío y exitismo que exhiben y en que viven.
Los veo y pienso, cuanto mejor es ser “monja”. Y agradezco que quizás puedo ser “monja” tranquilo porque existen estos primates que hacen pensar a muchos que “lo que ellos son” es algo bueno o que vale la pena. Y nos dejan a las “monjas” tranquilos.
Saludos,’
