Nacho Viale y Candelaria Tinelli son pareja ‘incipiente’ (según los medios) y lo son, por ser famosos. Lo de ‘incipiente’ revela los mecanismos de los matrimonios arreglados de la nobleza Europea del Renacimiento en el que las partes ‘interesadas’ se conocían a través de sus retratos. ‘Su piel es clara y su nariz armoniza con su palidez’, decía a un pariente, Maria Tudor antes de comprometerse con Felipe II de España. Si tuvieron como primera salida pública, el unipersonal de Coco Sily en el ND Ateneo, es porque todo esto está arreglado. Yo no llevo a mi date a ver a Coco Sily ni que me paguen. A no ser que, de alguna manera u otra, eso me convenga.
En un país como la Argentina obsesionado por el linaje de aquellos que se sabe que no lo tienen, Nacho y Cande compaginan sus agendas entorno de algo que, a pura ambición, han decidido llamar ‘amor’. Sin embargo, no quiero adelantarme y ser injusto porque, a decir verdad, la obsesión por lo ’famosa’ de la sangre (por llamarlo de alguna manera y en relación a la ‘pureza’ de la sangre) podría tener sus raíces en nuestra genesis inmigrante.
En un país sin realeza y, como vimos en la Pastela del MNBA (primera parte) cuya aristocracia (Generación del 80) rápidamente aprovechara la primer oportunidad para degenerar en una oligarquía, el grupo de gente que logró su lugar bajo los auspicios no solo de nuestra mirada sino también de nuestro ‘amor’ (Mirtha, Susana, Marcelo, etc) constituye una ‘realeza’ del pueblo. Algo parecido ocurrió con Evita y posiblemente, tenga más que ver de lo que estamos dispuestos a aceptar. Sin ir más lejos, la forma en la que habla Mirtha repite este juego de analogías. ‘Cuando estaba vivo, nos veíamos seguido’ dice la diva refiriendo a Alfredo Alcón. Es decir, Alfredo Alcón es relevante porque Mirtha lo veía. Mirtha existe porque nosotros la miramos, etc…
Desde este punto de vista, Nacho, Mica, Cande vendrían a ser algo así como el producto de nuestras propias alegrías y esfuerzos. Sin embargo, la diferencia entre Susana, Mirtha y Tinelli es que ellos no funcionan como una aristocracia, por una simple razón: ‘ellos están en la pantalla y los conocemos desde siempre’. La relación entre ellos y nosotros es ‘directa’. Esto, como vimos con Juana Viale hace una semanas, es casi imposible con esta segunda generación porque carecen de ese encanto. Es por esto que las fotos que les saca ‘Oh La La!’ son saliendo y entrando de lugares pero nunca interactuando con el espectador cara a cara. En otras palabras, esta gente solo puede ser deseable si excluye pero no puede excluir demasiado porque ‘a los padres los hicimos nosotros’. El lugar de ellos es un lugar complicado y no muy grato para ser puesto por los padres. Por eso, un acto de amor parterno, siempre es el de preservar a los hijos de este circo.
Déjenme decirlo de otra forma. Para que Nacho sea interesante tiene que o desaparecer o hacer algo que yo no pueda hacer. Para que Mica Tinelli sea digerible tiene que entrar y salir de autos con cara de culo y nunca, jamás ser viste como Susana diciendo: ‘te quiero, mi viiiiiiiiiida’.
Esa exclusión en toda elite es definida a través de la endogamia. Si los famosos se aparean entre sí, se transforman automáticamente en una casta admirada por el resto porque tienen algo que yo no puedo tener. Ese algo, desde ya, no es el dinero sino ‘la pertenencia a un club’. Ahora bien, si ese club es el de ‘los hijos de’ sin talentos especiales, lo único que mantendrá su fama es recordarnos todo el tiempo que son diferentes a nosotros. Visto desde otro angulo, esto es una condena a cadena perpetua para un tipo como Nacho Viale que deberá ir de fiesta blanca en fiesta blanca a hablar con la misma gente en Punta del Este hasta el final de sus dias.
Sin embargo, pensar en ‘la fiesta blanca de Punta del Este’ con Nacho, Mica y Cande habla de un tipo de ‘elegancia’ que aquellos que los hicieron famosos no tienen. Digo esto porque Mirtha Legrand es la definición del kitsch. Nada en ella es chic. Si mi mamá fuera así, yo no lo presentaría en público. En otras palabras, todo en Mirtha es representación de lo falso. Su ropa es de Piazza, su maquillaje es de Tsu Cosméticos, la mesa del comedor más importante de Argentina es de pino o alguna madera blanca. Cualquier toba es más auténtico y genuino que Mirtha. Por el contrario, Juanita Viale y Mica Tinelli no son ni fake ni grasas. Son, simplemente, aburridas.
A pesar de esto, hay algo en los Tinelli que habla de repetir ciertos patrones de conducta. No hace falta mas que ver algún clip de Marcelo Tinelli en los principios de su carrera, con su cuerpo rectangular, su espalda encorbada (como si no pudiera creer la oportunidad que le están dando), su piel amarillenta y mantecosa (propia de aquellos que no solo trabajaron mucho sino que tampoco tuvieron una vida social al fresco) y su vocabulario limitado. Uno hace fast forward y lo ve abrazado en Caras de su difunto mejor amigo Federico Ribero y Andrea Burstein. Pero, un momento, Tinelli no era ese gordito de Bolivar casado con esa gordita gritona con caderas grandes y raíces sin teñir? De pronto se codea con el ex tarjetero de boliche que hizo de ’su habilidad de garcharse a las mejores minitas’ su vida y su carrera? Por que Ribero y no Guillermo del Potro o Guillermo Kuitca, por dar solo dos ejemplos.
Para decirlo de otro modo, Tinelli siempre ha sido el chico de Bolivar que quiere ser cool y nunca termina de lograrlo. Esa es su cruz. Es como el aguila comiendo las entrañas de Prometeo de noche para que le vuelvan a crecer de día y vuelta a empezar, al día siguiente. Creo que es allí donde, los seres humanos creemos que elegimos conscientemente pero, en realidad, es la psique la que guía nuestras elecciones. Es por esto que Tinelli usa a la gente y la descarta, ya que siempre aparece otro que le promete un atajo para ese Santo Grial que es, para él, el ser ‘un pibe porteño cool al que le va bien con las minitas’. Es por esto que los días de la primera esposa (Aquino) estaban contados y es su posterior depresión (tras ayudar a su marido a ser quien es solo para ser descartada) la que sus hijas (sin saberlo) hicieron, en un caso, carne (el Panda Albino que no para de comer) y en el otro caso, piel (Cande Tinelli, con sus tatuajes sin fin). Es también por esto que a la hora de elegir parejas los tres eligieron gente que les garantice que alguna vez van a poder ser cool. Y es por esto que, ceteris paribus, van a descartarlos y, en el primer caso, seguir comiendo y en el segundo, seguir tapandose, hasta llegar a emular el caso que yo creo que marca todo un perfil de arribista que fue el matrimonio entre Susana Gimenez y Huberto Roviralta.
Sin embargo, y desde un punto de vista estrictamente dinástico, creo que el que sale perdiendo de esta relación es Nacho Viale. El es el nieto de Daniel Tinayre y a su mamá Marcela se la puede ver comprando pantalones Incotex en Barney’s de New York. Por su parte, Tinelli sigue comprando en Etiqueta Negra porque, seamos claros, tiene guita pero no sabe que comprar. Sus hijas tampoco. Eso es algo que Nacho podría enseñarle a Cande. Por su parte, Juana Viale en su mirada concentra una elegancia que ninguno de los Tinelli jamás tendrá. Sin ir mas lejos, en el programa en el que reemplazó a su abuela, sólo su belleza (impecablemente vestida por Evangelina Bomparola) la salvó del papelón que es una personalidad preparada más para brillar en privado mediante el uso de monosílabos que en público. Este también es el caso de Nacho Viale.
Sin embargo, hay algo de Nacho que me cae bien. Nacho tiene esa mezcla de chonguito bien con algo de nene de mamá que lo hace querible. El modo en el que habla de su abuela (‘Grande, Abuela! Sos la Número Uno) por Twitter debería descalificarlo para siquiera existir ya que, ademas, (y esto roza el papelón) su abuela es su jefa. Sin embargo, en una entrevista publicada en la infame OhLaLa!, Nacho dice: “Soy muy meticuloso, también con las cosas de mi casa; por ahí entro y ni me saco la mochila y ordeno. Tengo bastantes TOC (trastornos obsesivos compulsivos). Algunos muy divertidos. No me puedo poner nada primero en el pie izquierdo, siempre tiene que ser el derecho. En el auto también soy un maniático”, declaró. Y agregó: “Soy más inseguro de lo que parezco”. Allí no terminaron las confesiones de divan de Nacho: “Me frustro mucho conmigo mismo’. Esto está en las antípodas del Panda Albino Tinelliano con su novio de papel posando como si fueran Javier Bardem y Penelope Cruz. Nacho pide a gritos no ser Nacho. Es por eso que, en un acto de obsesiva inseguridad, haya salido a aliarse con los Tinelli para asegurarse su lugarcito en un mundo en el que su abuela ya no esté. J A T
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