Si bien mi mamá tiene una vida absolutamente normal, hace un par de años sufrió unos pequeños infartitos cerebrales que aunque no la hacen demente, la empujan a armar su realidad de acuerdo a una conflación de experiencia, imaginación y experiencia transformada en ficción a través de la imaginación. Por ejemplo: si un vecino pone música, ella lo puede procesar (esto ocurre sólo durante alguna de sus crisis) como que alguien está poniendo música para entrar a su departamento y robarle. La narrativa de su ‘locura’ siempre tiene que ver con tópicos actuales y está definitivamente alimentada por la información que viene a través de los medios y es impuesta a través de debates públicos. Su psiquis es un conductor, más o menos efectivo, de energía social, histórica y personal.
Cada vez que vengo a Buenos Aires, aprovecho para acompañarla a sus médicos y hoy a la mañana decidí ir con ella a su neurólogo. El taxi que tomamos era una burbuja de desolación. La suciedad, la falta de vocación por la vida, el cigarrillo, la música y, por supuesto, el perpetrador de todas estas barbaries: el taxista. De entrada, marcó su territorio (metafórico y literal) proclamando casi como un ‘buen día’ el que los terroristas de ISIS estuvieron acertados en degollar en cámara al soldado norteamericano por el simple hecho de ser norteamericano. Cuando intenté explicarle que eso no estaba bien me paró en seco y me dijo: vos tenés una opinión y yo otra y no nos vamos a poner de acuerdo. Le pregunté por qué estaba tan seguro de eso pero ya era tarde y mi octogenaria madre y yo ya estábamos de vuelta en la vereda.
La demencia de mi madre en sus grises y tornasolados es un ejemplo de humanismo, mientras que el fundamentalismo de este hombre es un ejemplo de idiotez (proactiva?). En el primer caso, mi mamá funciona como una alegoría de la vida, en general. La verdad de sus historias es que yo no sé cuáles son ficción y cuales son reales. La vida en Argentina puede ser surrealista y, ciertamente, parecer irreal. De entrada descarté anécdotas que ella me contaba que probaron ser ciertas. Esto, por supuesto, nos enseña que nada es blanco o negro en la vida. De hecho, si alguien quisiera criticarme por ex drogadicto, HIV+, gay, emigrante y demás, podría armar un personaje que seguramente acabaría siendo muy diferente a la imágen que ustedes tienen mentalmente de mí después de leer este artículo. Todo depende de las circunstancias, del sujeto y del punto de vista. A partir de ahi lo único que queda es buena o mala voluntad.
El problema surge cuando uno comienza a generar condiciones para permitirse engañar a uno mismo. Cuando me drogaba fui consciente de que el momento de parar era cuando uno comienza a fabricarse las propias miserias para poder anestesiarlas con droga. Es por eso que el drogadicto es tan trágico. La Argentina que estoy viendo padece de algo análogo. Todo el teatro con el Juez Griesa fue armado para polarizar la realidad entre Cristina o Buitres. El circo de Flor de la V y sus muchas penas (esta vez contra Jorge Lanata) fueron manipulados por el gobierno para acusarlo de cacho. Rapidamente se intentó articular el debate entorno de los ejes de Identidad de Género versus Fachismo. El problema con la estatización de los conceptos es que se está usando a la ley como garante y esto no es otra cosa que fachismo. Just a thought.
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