El departamento de Gaby Levinas es elegante e idiosincrático. Un maravilloso cuadro de Marcia Schvarz gobierna el comedor de mesa cuadrada, sillas sesentosas de tiro alto y el living equilibrado stereofónicamente por una alfombra persa y un monumental cuadro de Pirozzi en diálogo directo con Jackson Pollock fueron el marco de un agape en honor de Loveartnotpeople en la casa del factótum del conceptualismo argentino y de El Porteño y el increíble Cerdos y Peces.
Yo fui el primero en llegar y me ubiqué en uno de los tres sofas emplazados en forma de llave debajo del Pirozzi. Dos de ellos, mis favoritos, por lejos; ensalchichados y salidos del set de Mad Men. Sin solución de continuidad a la llegada, Gaby me sirvió uno de esas aguas savorizadas tipicamente argentas y esto iba a ser un desafío. Ser el homenajeado y no poder beber alcohol es algo relativamente nuevo para mí y les puedo asegurar que es un desafío mucho más empinado (palabra elegida adrede) de lo que pueden suponer.
Gaby, ya preparado para deslumbrar, se ocuparía de la comida, de los invitados y de las bebidas con un talento de ‘host’ innato. Ese tipo de don se tiene o no se tiene. La capacidad de tomar alcohol, cocinar, manejar a los invitados y mostrar el arte y la vajilla de la casa es una cualidad de pocos y Gaby, heredero de esa tradición judaica medio-Europea, claramente lo tiene. En el siglo XV, Baldassare Castiglione (en Il Corteggiano) definió al estilo como la gracia y a la gracia como ‘nonchalant calculado’. El que tiene ‘la gracia’ hace cosas dificiles, como servir a una fiesta con varios egos ácidos, sin que se note.
La segunda en llegar fue la estudiosa de la comunicación, Alejandra Amado, recién llegada de dar clases en el Conurbano. Nada en ella es snob y comparte ese tipo de belleza eficaz que supo ostentar alguien como Susan Sontag. En blanco y negro tanto a nivel de pelos y piel, ella no es un personaje de extremos sino que está dispuesta a dialogar para llegar a conclusiones que ayuden a las partes. Su hablar es claro. Su proyecto editorial es necesario y la charla se encaminó rápidamente hacia el modo en el que el Kirchnerismo usa los dispositivos visuales para perpetuar su kleptocracia.
Ella había escuchado en el programa de radio de Jorge Lanata (ver link abajo) mi percepción de la estética del kirchnerismo como fundamentalmente representada por ‘la pantalla plana’ Chernajovskiana. Sin embargo, si bien lo mīo es la forma, lo de ella es el contenido y pronto nos encontramos hablando de la narrativa en loop que el kirchnerismo tiende a proyectar en esas pantallas planas. El loop nunca permite la participación real sino que tiende a arrastrar a aquel que lo míra en su propio ritmo.
Segunda en llegar, Marina Dragonetti, pareja (más no concubina) de Gaby Levinas que magistralmente rechaza el lugar de anfitriona. Marina ha transformado el desafío de la relación con un hombre ‘mayor’ en un acto de amor y discreción. Marina es fantástica. Sin adjudicarse el lugar de ‘lady of the manor’, Marina construye su identidad en base a un ‘calculado non challant’ que la hace muy sabia y la coloca como buen contrapunto de alguien como ‘el’ Gaby.
Los siguientes en llegar fueron la pareja de la brillante psicoanalista y bailarina Carmen Iriondo y su novio (estan juntos hace dos décadas) Pablo Larreta. Carmen habla pero no dice nada que no sea requerido en ese momento y de esa forma. Su poder es la ubicuidad a base de estilo.
Larreta es económico en sus palabras pero sigue atentamente la conversación para completar, con brillantez, el discurso que su pareja siempre sabe armar. Son la pareja perfecta y los envidio. Juntos son un verdadero 4×4 social que inteligentemente hablan de todo y si tuviera que elegir alguien para perderme en una isla desierta seria Carmen Iriono quien al final de la reunion me obsequió una copia de su libro de poesía ‘Tilingas’ que bajo el titulo Exit dice:
‘Closets, placards, roperos y alacenas,
se van abriendo todos de golpe,
en una secuencia ritmica y graciosa.
De adentro salen personas milimétricas,
reducidas por el dios del olvido,
Plumas fucsias, sombreros postizos
de pelo natural, de señora muerta.
El ansia de ser de otra manera,
que el invento aprendido,
el Ave Fénix no puede comprarse en una jaula’
Nacho Arteaga vino con lo que en UK llamamos ‘jumper’. Parecīa un personaje salido de Harry Potter. Su cualidad son los aforirmos en donde ocurre una inversion de lo bajo sobre lo alto en donde lo alto es pontificado. Es muy divertido y representa esa excentricidad argentina que lejos de estar perdida, lo cierto es que no lo está. Arteaga es sencillamente elegante y está bastante bueno. Paloma Navarro, colaboradora de Gaby, es un Modigliani. Su cara vale un castillo en Florencia.
Yanina Latorre tiene algo que me da franca ternura. Puede armar un insulto con la rapidez de un jinete del Apocalipsis pero cuando habla de su familia y muestra sus fotos, las lagrimas siempre están a flor de piel. Yanina Latorre es el producto de una época en la Argentina, algo que solo puede ser tan eficiente cuando en el fondo de su psiquis hay puro amor. Me cae muy bien Yanina y debo comunicarles que su marido ex futbolista usa los mismos trajes de baño que yo. (Villebrequin) Con este comentario les recuerdo que mi segundo nombre es ‘Banalidad’.
Fue así que una noche que para mi era un verdadero desafio ya que mis años de adicción habia erosionado la capacidad de socializar sin alcohol, terminó siendo un triunfo personal. Eternamente agradecido al anfitrión por lograr lo que supo lograr y tambien lo que no sabía que estaba logrando. Just a thought.
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