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EN EL VATICANO, CRISTINA DEMOSTRO QUE LA DIFERENCIA DE EVITA

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Cristina es fuente de fascinación por lo mala actriz que es. Al punto de no saber ni mentir. Con sólo dos cambios tiende a oscila entre ese ‘coloquialismo’ exasperante de escuela de primaria y los roles forzados. Las caras y poses de su encuentro con Francisco lo dicen todo. Todo es inapropiado. Su pose, su ropa, su comitiva, sus regalos… El personaje que eligió esta vez es el de ‘nena buena feliz y obediente’ el día que su tío gay la vino a visitar con regalitos. Patético para una jefe de estado. Sin embargo, vale la pena analizar un poco su forma de actuar y para eso tenemos que ponerla en contexto de lo que ha sido la actuación como actividad durante los años de su vida.

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Cristina pertenece a la era del abaratamiento de la actuación en el cine al punto de la simplificación de los roles en dos polos. Esos polos son los roles o tics que parecen caracterizar las presentaciones publicas de la Presidente.  Sin más, Cristina hizo en el Vaticano algo parecido a lo que hiciera Charlize Theron en ‘Monster’ (2003) al personificar a la asesina serial Aileen Wuornos. Ya que no actuó sino que se disfrazó en el personaje al punto de transformarse en un efecto especial. Esto tiene que ver con que la actuación, en el sistema hollywoodense, se ha transformado en un cartel publicitario en el que el actor promocionan su propia capacidad física para trasnformarse. Este dialogo se establece con las simulaciones computadas y los efectos de ese tipo. Para justificar su lugar, los actores tienen que demostrar que pueden transformarse al punto de no ser reconocibles. El problema con esto es que hace que se conviertan en caricaturas que no actúan sino que se disfrazan. Es por esto que los premios al maquillaje son cada año más importantes en Hollywood. Ser actor es saber dejar maquillarse.

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De más está decir que Cristina ya no engaña a nadie con su carita de buena. Sin ir mas lejos su Vicepresidente esta varias veces procesado y eso sin necesidad de rascar siquiera un poquito. Sin embargo, la diferencia con Hollywood es que en Argentina parecemos tener conciencia de su representación en tanto signo de falsedad y a pesar de todo, la toleramos y algunos hasta la celebran. Déjenme ser más claro. Para Hollywood sus ‘stars’ son sus productos y en tanto tal son cuidados y manipulados como tales. Por ejemplo, en la pantalla Humphrey Bogart era abusivo y frío hasta que en su ‘vida real’ demostraba que era todo lo contrario. Rita Hayworth necesitaba ser confundida por una mala mina en la pantalla hasta que se demostraba que no lo era. Kenneth Tynan dijo que ver a Greta Garbo era como tener acceso directo e higienizado a algo que, como una flor or el pliego de la seda, es bello en si mismo’. Lo que se veia en Garbo no era la belleza sino la definición de la belleza en el proceso mismo de ser definida. Henry Fonda dijo: ‘Yo no soy verdaderamente Henry Fonda. Nadie podría ser tan buen tipo’.

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Es por eso que es un error pensar que las estrellas se representan a si mismas. Las estrellas destilan un par de cualidades que las hace inconfundibles. No son humanos. Son construcciones metaforicas. La pregunta no debería ser entonces si las estrellas de cine pueden actuar sino si son creíbles en la pantalla haga lo que hagan. Es aquí en donde tenemos la gran diferencia entre Cristina y Eva Peron. A Cristina, simple y llanamente, no le cree nadie. Aquellos que están de acuerdo con ella, creen que necesita ser falsa para deshacerse de los buitres y aquellos que se oponen a ellas creen que todo es parte de su mitomanía (al punto de no querer ser menos y decirle al Papa que ella también fue amenazada por Isis por ser su ‘amiga). Muy pero muy de décima. No era ni el momento ni el lugar para decirlo.

A pesar de no ser creible, al igual que los actores de Hollywood de la actualidad, Cristina parece tener entonces dos roles: el ‘en pose’ y el ‘natural’. Robert Mitchum solia decir que el tenia dos roles: uno a caballo y otro a pie. Pareciera que hay algo Jungiano en la pantalla. ‘Todos tienen su sombra’, Jung escribio en 1938, ‘y cuanto menos esa sombra es evidente en la persona, mas densa y oscura tiende a ser’. En el caso de Cristina, ella misma se ha venido transformando en su propia sombra al punto de abandonar esa dicotomia de roles que caracteriza al Hollywood de hoy. Digo esto porque a decir verdad Robert De Niro solo puede ser psicotico-pedante (‘Taxi Driver’, ‘Raging Bull’) o gracioso-pedante (‘The King of Comedy’, ‘Analyze This’). Meryl Streep, a pesar de sus versatiles comienzos de carrera ha reducido su registro a dos polos: ‘malvada’ (‘El Diablo se viste de seda’, ‘Doubt’) y amiga de todos (‘Mamma Mia’). En realidad esto no tiene que ver con que sean buenos o malos actores sino que con la profundidad y acercamiento (fisico) de la camara. Algo que menos literal y mas metaforicamente tambien ocurre con Cristina. Cuando Cristina hace algo estamos todos pendientes y ella lo sabe. Y no sabe mentir. Miente pero se le nota. Al Pacino dijo: ‘la camara no miente, no actues, se vos mismo y para ser vos mismo simplifica lo que sos’. El problema es que para ser uno mismo uno tiene que saber quien es. Esta es la diferencia entre Meryl Street, Evita y Cristina. J A T

Mira la ultima Pastela sobre las Ninfas del MNBA en las Pampas:



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