Algo que siempre me fascinó es poder leer en las imágenes el modo en el que los ‘artistas’ reflexionan sobre su propia carrera y muchas veces reculan y buscan nuevas direcciones. Es significativo que, en la mayoría de los casos, esto ocurre en el momento en el que estos ‘artistas’ suponen triunfar y es en esos casos en los que las imágenes emergen como ‘pedidos de disculpas’. Por supuesto esto no se hace con la palabra sino con la imagen y lo interesante es poder percibirlo. Esa es la maravilla del análisis visual.
Más temprano fui informado por sus fans en Twitter del nuevo ‘triunfo’ del dibujante argentino Liniers al ser ‘elegido’ (por segunda vez) para ilustrar la tapa del semanario norteamericano. Vale decir que este blog planteó en el pasado dos cuestiones respecto de Liniers. En primer lugar, consideró que su obra no debía venderse en el ámbito de una galería de arte o de ArteBa porque no es arte sino ilustración. En segundo lugar, dentro del ámbito del humor grafico, su obra es literalista y demasiado simple para el ‘cinico’ humor argentino.
Al ver la tapa de The New Yorker, lo primero que emerge es que ese dibujo no parece ser de Liniers ya que ningún elemento (más allá de la firma) son característicos de su obra. Es como si haya logrado su segunda tapa en The New Yorker aceptando dejar de ser él mismo. Hay cierta norteamericanización en el uso de las tres dimensiones, las sombras y qué decir de la iconografía.
Por supuesto, todo esto peca de cierto provincianismo y tiene que ver con el modo en el que el diario en el que su padre es sindico (me refiero a La Nación) salió nuevamente a anunciar, sin mayor elegancia, que ‘…el dibujante argentino Ricardo Siri, más conocido como Liniers, fue el elegido por la prestigiosa revista norteamericana The New Yorker, para retratar en la tapa del próximo número semanal’. Hay algo raro en que el diario del padre anuncie los triunfos del nene y también hay algo raro en que se considere un triunfo en si mismo el tener la oportunidad de ilustrar la interna presidencial norteamericana en un semanario norteamericano.
Habiendo dicho esto, los problemas de identidad de Liniers no son nuevos. En primer lugar, salió a usurpar el apellido familiar usando como plataforma de lanzamiento el diario del padre. En segundo lugar, salió a ofrecerse desesperadamente a The New Yorker para usarlo como nueva plataforma de lanzamiento aunque esto significara dejar de ser él mismo. Digo esto porque la nueva tapa presenta un elefante en tres dimensiones enfocado en ángulo descendente que se contradice con el mas Linier-esco ángulo ortogonal, bidimensional con figuras no naturalistas. Liniers está dispuesto a hacer todo para ‘triunfar’. A no ser que este recule de Liniers sea una aceptación de sus limites sin que ni siquiera el se haya dado aun cuenta de ello. Es por eso que este recule de Liniers, haga que me caiga mejor. Ademas, claramente, ha escuchado a este blog al haber pedido a su papá que no lo califique en su diario como ‘artista’ sino como ‘dibujante’. Como vemos… muchas veces la gente cambia y lo hace para bien. J A T
MIRA LA PASTELA DEDICADA A JULIO LE PARC
