Cande Tinelli (24) y Nacho Viale (32) no están más ‘juntos’. El alto perfil de la pareja refuerza la hipótesis del matrimonio arreglado y proyectado como pantalla para evitar reconocer lo que a todas luces resulta obvio y es que tanto Nacho Viale como Cande Tinelli son gay. Esto no seria un problema sino es que el origen de esa visibilidad pública, cuya adicción, ellos han heredado está directamente vinculada con la misma necesidad de invisibilidad que los hace crear una pantalla para esconder su verdadera naturaleza.
Este es el segundo novio gay de Cande Tinelli quien parece no poder tener relaciones con hombres sino con chicos o, meros ‘nietos’. Lo interesante del caso de su relación con Nacho Viale es que el mismo ha sido de alto perfil por decision de los propios protagonistas, quienes, sin embargo, no han podido regalarse un beso o un mimo en cámara en seis meses de promocionada relación. Las fotos tomadas por los paparazzis parecen robadas de su intimidad ya que Cande siempre aparece ocultando su cara como si la mirada publica fuera indiscreta cuando, en realidad, es la única mirada posible. Lo paradójico del caso es que el nivel de virtualidad de este romance hizo que ni siquiera se esforzaran en escenificarlo. Estos actores no tuvieron que actuar ya que una serie de declaraciones por twitter pareció ser suficiente para generar el contenido al que una sociedad acostumbrada a ser adormecida con mierda está acostumbrado. El problema es que esa mierda a la que esa sociedad está acostumbrada fue preparada por aquellos que hacen que estos dos individuos sean dignos de atención.
La pregunta es por qué gente que supone tener todo para ser feliz persiste en no serlo. Es Argentina tan homofóbica para que esta gente no puede siquiera permitirse mostrar su supuesta ‘vulnerabilidad’? De hecho, tanto Cande como Nacho son víctimas de aquellos de quien parecen heredar su fama y su fortuna. Tanto Marcelo Tinelli como Mirtha Legrand son campeones homófobos de una sociedad que si bien se reconoce como abierta insiste en adorarlos y, por lo tanto, segrega a los gays a un lugar pintoresco, en el mejor de los casos y patético, en el peor.
Sin embargo, Dios (o la naturaleza, en todo caso) es sabio y les paga a estos personajes con la misma moneda. Cande se desespera por aparecer en los medios y acaparar la atención de la prensa pero no puede tener una vida personal, al punto de que se niega a poder ver la transperencia de su propia piel ya obstruida por el mismo tipo de tinta que obstruye la de su padre. Qué sentido tiene el dinero y la fama sino se puede ser feliz? Tanto Cande como Nacho son la viva prueba de que no se puede vivir la vida tratando de cumplir expectativas ajenas y que ese tipo de imposición es la peor de las herencias. J A T
MIRA LA PASTELA DEDICADA A MARTHA MINUJIN
