La trama del “súper-espía”, el “consejero influyente”, y el ministro “echado por teléfono” por el presidente
Las peleas y expulsiones en el gabinete de Kirchner, su relación con la “conexión oculta” del atentado en la AMIA, la tesis justificatoria del “terrorismo árabe” en la Triple Frontera, el proyecto geopolítico de EEUU e Israel para controlar militarmente la mayor reserva de agua potable subterránea del mundo, y la “guerra contraterrorista” de Bush instalada en el cono sur latinoamericano.
ESCRITO POR RODRIGO GUEVARA EL 31 DE JULIO DEL 2004 (GRACIAS, AVILA)
El “consejero influyente”
Un “experto en derechos humanos” cuya organización, el CELS, es financiada por la Fundación Ford, está señalado como el gran Rasputín del matrimonio presidencial de los Kirchner, Néstor y Cristina, en cuyo entorno ejerce una influencia decisiva en temas de justicia, seguridad, FFAA y política de derechos humanos.
Horacio Verbitsky, el “consejero influyente” del matrimonio presidencial de los Kirchner, es relacionado con todas las decisiones del gobierno en materia de FFAA, inteligencia, seguridad y derechos humanos, pero nadie lo “nombra” por temor a su poder.
Se trata de Horacio Verbitsky escritor, periodista, ex jefe de inteligencia de la organización militar Montoneros en la década del 70, hoy devenido en demócrata, “antimilitarista” y pacifista a ultranza, y de cuya amistad íntima con la pareja presidencial se dice que lo proyecta como la sombra negra detrás de todas las decisiones políticas trascendentes que ha tomado el gobierno argentino en varias aéreas.
En los círculos de las fuerzas armadas, policiales y de inteligencia se lo sindica como agente de la CIA “por izquierda”, asimilado a los servicios de inteligencia israelíes (el Mossad), y lobbista de empresas pantallas vinculadas al Estado de Israel y a las redes de la CIA-Mossad que actúan en la Argentina.
Sus enemigos -dentro y fuera del círculo presidencial- hacen una larga lista de sus andanzas como influyente consejero íntimo del Presidente Kirchner.
Le atribuyen, entre otras cosas, el armado de la destitución de las cúpulas del ejército y de la Policía Federal (las dos primeras medidas tomadas al asumir Kirchner), la operación para echar a los jueces menemistas y colocar jueces adictos en la Corte Suprema de Justicia, la persecución judicial de militares de la ex dictadura militar setentista, la creación del Museo de la ESMA, la “nueva desaparición” de los casetes de la AMIA, y la operación para destituir al ministro de Justicia y Seguridad, Gustavo Béliz, y al jefe de la Federal, tras el ataque a la Legislatura porteña.
En los ámbitos políticos, económicos, militares, periodísticos, judiciales, policiales y de inteligencia se dice que cuando se habla del gobierno de Kirchner “todos los caminos conducen a Verbiztky”.
Pero nadie lo nombra en público, y para los periodistas, quienes reciben a diario información of the récord sobre sus andanzas, su nombre es tabú.
Beliz y la foto del “super-espía”
El ministro “echado”, Gustavo Béliz, mostró la foto del “súper-espía” y denunció la existencia de una “caja negra” en la SIDE para financiar periodistas y campañas políticas (Foto BBC)
A la influencia del consejero mayor del gobierno, Horacio Verbitsky (que reviste esa condición sin estar oficialmente en el gobierno) se atribuye la decisión del Presidente de negar que su gobierno tuviese 66 casetes con escuchas sobre el caso AMIA, desdiciéndose de lo que había afirmado hacia pocas horas.
También se le adjudica la idea de ponerle al ministro de Justicia “echado”, Gustavo Béliz, un grupo de inteligencia paralela compuesto, no por agentes de la inteligencia oficial, sino por “hombres de Kirchner” que actuaban en esas funciones cuando éste se desempeñaba como gobernador de Santa Cruz.
En ámbitos vinculados a la SIDE (Secretaría de Inteligencia del Estado) se afirma que la exhibición en TV por parte del ex ministro Beliz, de la foto del espía Antonio Jaime Stiusso, director de Contrainteligencia del organismo oficial, fue “inducida” por algunos de esos funcionarios leales a Kirchner que lo rodeaban.
Stiusso (o “Jaime” como se lo llama en el entorno de la Rosada) es un experto en informática y en “escuchas telefónicas” que actúa al frente del departamento que controla la prevención de delitos contra el Estado, desde cuya área monitorea “por izquierda” el desempeño de los ministros y principales funcionarios, hurgando en sus vidas, antecedentes, relaciones y metiéndose en sus teléfonos.
Esto le granjeó la enemistad y el odio de la mayoría, incluido Béliz, con quien mantenía además un roce de competencias dado que el ministerio de Justicia y Seguridad controla la Policía Federal y por ende la inteligencia de esa institución tradicionalmente enfrentada a la SIDE y a sus procedimientos.
Béliz lo acusó a Stiusso de manejar con discrecionalidad el organismo oficial (incluso por encima del secretario de inteligencia y su segundo en el cargo) y de realizar operaciones encubiertas por órdenes directas de Kirchner y su entorno. Lo que no es verdad, dado que -según lo que se comenta en la SIDE y en la Casa Rosada- Stiusso mantiene roces y conflictos permanentes con el entorno presidencial, principalmente con el “consejero en las sombras”, Horacio Verbiztky.
También Béliz señaló, durante sus explosivas declaraciones a la prensa, que en la SIDE hay un presupuesto “en negro” de 300 millones de pesos que es usado para operaciones políticas, pago de periodistas, y campañas electorales, y cuyo destino no está sometido a ningún control ni monitoreo por parte de organismos oficiales. Lo que es verdad, según lo que se señala en ámbitos of the récord de la prensa argentina.
Enfrentamientos cruzados
El Subsecretario de Inteligencia, Francisco José Larcher, es señalado como el “verdadero jefe” de la SIDE (por encima del Secretario) y es el que maneja los fondos de la Secretaría de Inteligencia, fondos, que muchos creen están tratando de compensar el faltante del dinero de Santa Cruz que Kirchner envió al exterior cuando era gobernador de esa provincia.
Curiosamente, el influyente Horacio Verbiztky, mantiene enfrentamientos cruzados tanto con el súper-espía Stiusso como con Béliz, el ex ministro de Justicia y Seguridad “echado por teléfono”, que se fue luego de armar un escándalo mediático contra el gobierno.
A Gustavo Béliz, Verbiztky y el círculo áulico presidencial lo querían echar por tres razones principales: A) su vinculación con los militares y la derecha política, judicial y mediática, B) su vinculación con el “duhaldismo” (que presionó para su ingreso al gobierno) y su pertenencia al sector católico-derechista del Opus Dei.
Lo que implica, entre otras cosas, que el despido de Béliz del gobierno no fue causado por el “mal manejo policial” durante el ataque contra la Legislatura porteña, sino por motivaciones políticas emergentes de sus relaciones y enfrentamientos con el grupo de ultra confianza de Kirchner.
En cuanto al director de Contrainteligencia, Jaime Stiusso, se granjea el odio de Verbizky y el entorno de Kirchner por tres razones: A) su vinculación con el “menemismo” por medio del ex jefe de la SIDE durante el gobierno de Duhalde, Miguel Angel Toma, quien lo sostuvo como un funcionario clave durante su gestión., B) Su vinculación con el “duhaldismo” por medio del ex vicejefe de la SIDE, Oscar Rodríguez, el “hombre de inteligencia” de Duhalde, quien presionó para que el kirchnerismo lo mantuviera en el cargo, C) su vinculación con el aparato policial de la bonaerense acusado por el caso del atentado a la AMIA.
En el año 95 Jaime Stiusso comandó la operación Café Blanco donde se secuestraron cerca de 1200 kilogramos de cocaína. El procedimiento fue realizado por la policia bonaerense al mando del comisario Mario Naldi, estrecho amigo y familiar político de Stiusso, y durante el mismo se habrían “extraviado” cerca de 1000 kilos de la droga incautada, maniobra que le fue adjudicada a Stiusso en combinación con Naldi.
Los casetes “desaparecidos”
En una carta enviada al periódico electrónico Seprin, Carlos Telleldin, el principal imputado en la causa AMIA, sostiene que los casetes desaparecieron porque sus contenidos revelaban que los implicados sólo mantenían “conversaciones de negocios”, y no hay prueba alguna que los involucre en la tesis de la “conexión local” que se esgrimió para vincularlos con Irán y la voladura de la mutual judía.
Cuando se habla de “negocios”, se interpreta que los ex jefes y policías de la bonaerense (quienes se reconocen como corruptos, pero no como como terroristas), así como los agentes de la SIDE involucrados en la “conexión local”, sólo hablaban del comercio de la droga, la prostitución y el robo de autos que desarrollaban desde la estructura de la policía provincial, entonces controlada políticamente por el gobierno de Duhalde.
Siguiendo esta línea de razonamiento de Telleldín, hay sectores que sostienen que los casetes “desaparecieron” porque su contenido deja sin sustento las teorías oficiales, tanto del gobierno
Detrás de la hipótesis de la “conexión local” se encuentran los intereses geopolíticos y el nuevo mapa de la expansión militar de EEUU señalizado por los puntos neurálgicos del control de las fuentes de recursos estratégicos en el cono sur.
La geopolítica de EEUU no sólo avanza hacia el control de los llamados bolsos petroleros de estos países andinos, sino también hacia el gran objetivo de Washington: el apoderamiento y control de la Amazonia, con el establecimiento de bases fronterizas, que significará también el control de la poderosa red de ríos y reservas subterráneas de agua en todo el continente.
En la frontera argentino paraguaya se encuentra la mayor reserva de agua potable subterránea del mundo, el Acuífero Guaraní, que abarca además a varios países en una extendida serie de fronteras comunes, y es uno de los principales ejes estratégicos para el establecimiento de una base militar, o de inteligencia en la Zona de la Triple Frontera (Puerto Iguazú de Argentina, Ciudad del Este en Paraguay y Foz Iguazú en Brasil).
Si se analiza en detalle, tanto el Plan Colombia como el Puebla- Panamá, se comprobará que apuntan al control de todos los grandes ríos y comunicaciones fluviales -sumado recursos estratégicos desde el norte de México hasta el extremo sur de Argentina.
El proyecto de apoderamiento tomó cuerpo cuando los satélites norteamericanos mostraron la existencia de la enorme extensión del Acuífero Guaraní, un recurso vital tras el proceso de degradación ambiental producida por la explotación capitalista trasnacional de los recursos latinoamericanos.
Para EEUU y el resto de las potencias capitalistas el agua potable como el petróleo son recursos vitales para su supervivencia futura.
Con Clinton en la Casa Blanca y con el apoyo del gobierno sionista de Israel, Washington comenzó a elaborar las bases de la doctrina “contraterrorista” (que luego desarrollaría y aplicaría Bush) como argumento para el desarrollo de operaciones militares e instalación de una base militar orientada al control de esos recursos en el área de influencia de la Triple Frontera.
Aún no habían sucedido los atentados de las Torres Gemelas de septiembre del 2001 en EEUU, cuando ya esa zona era señalada como una base de Hammas y de Hezbollah, la organización que lucha en el norte del Líbano contra la ocupación israelí.
Desde la mitad de los 90, apoyados por el gobierno de Carlos Menem, los servicios de inteligencia argentinos e israelíes comenzaron a montar la teoría del “terrorismo árabe” en la frontera argentino-paraguaya.
El entonces ministro del Interior Carlos Corach – el hombre que más colaboró a conformar los acuerdos antiterroristas regionales demandados por Washington y la CIA- con el auxilio del entonces presidente de la DAIA, Rubén Beraja, comenzaron a elaborar la campaña para convertir a la Triple Frontera en otro “eje del mal”.
La punta de lanza de este proyecto lo constituyó el aprovechamiento de la voladura de la AMIA, acontecimiento terrorista tras el cual se instaló la tesis de la “conexión iraní” y de la “conexión local” para justificar la existencia de un “terrorismo árabe” , cuyas bases operativas y logísticas se encontraban en los bolsones de población árabe de la Triple Frontera.
La revista Military Review y las usinas de inteligencia de EEUU, a comienzos del 2003, afirmaron que el caso de la Triple Frontera era “la línea” a seguir para que los países de la región se alinearan con la política antiterrorista de Estados Unidos.
Detrás del atentado a la AMIA, y como telón de fondo, se encuentra un proyecto geopolítico y militar de apoderamiento de los recursos de agua potable existentes en la región de la Triple Frontera, elaborado conjuntamente por Washington y el gobierno sionista de Sharon.
Las agencias de inteligencia estadounidenses sostenían que las células terroristas islámicas de Ciudad del Este, eran la “principal amenaza de seguridad” para Estados Unidos en esa zona del planeta.
Con la voladura de la AMIA como telón de fondo, se lanzó una persecución despiadada sobre miles de familias árabes que viven en Ciudad del Este, y que conforman una de las más antiguas comunidades de Sudamérica.
Tras el atentado terrorista en la mutual judía esas familias quedaron aisladas y señaladascomo usinas del terrorismo islámico por la inteligencia judeo-norteamericana.
Más de un centenar de documentos del FBI, la CIA y la agencia antidrogas DEA, fueron exhibidos en el Congreso de EEUU para conseguir respaldo para la instalación de tropas y bases en esa zona.
En el año 2003, el jefe de la Administración del Control de Drogas, Asa Hutchinson, afirmó que la Triple Frontera constituía un “refugio de terroristas” y que esto determinaba la posibilidad con que se podían infiltrar en distintos países de la región.
Los últimos informes determinaban que en la Triple Frontera existían “células dormidas” de Al Qaeda
Para los expertos, la existencia de este proyecto geopolítico quedaría demostrado si se comprobara la falsedad de las imputaciones a la “pista iraní” y la “conexión local” del atentado a la AMIA, una de cuyas puntas de comprobación serían los casetes que hicieron “desaparecer” los gobiernos desde Menem para acá.
Y ese precisamente es el punto más revulsivo que destapó el escándalo desatado por Kirchner cuando anunció, y después negó, el hallazgo de esas cintas que la administración Menem hizo “desaparecer” en complicidad con las autoridades judías locales, el Mossad y la CIA.
El detenido Telleldín señala que toda la causa es un encubrimiento, porque se ocultó todo y se armó todo, y los representantes de AMIA y DAIA contribuyeron directamente a este encubrimiento. Todo lo que no servía a la “historia oficial” se ocultaba, incluso los seguimientos de los blancos iraníes antes del atentado, dice el principal imputado en su carta.
Este es el punto controversial entre el entorno de Kirchner y el súper-espía Jaime Stiusso, de quien sospechan que fue el ejecutor de la maniobra para “hacer aparecer” los casetes y entregárselos de sorpresa a Kirchner que -sin entender nada- hizo el anuncio ante una comisión del judaísmo internacional que lo visitaba.
Y en esta parte de la historia, ingresaría en escena el consejero influyente, Horacio Verbiztky -supuesto agente de la Mossad- quuién habría armado toda la estrategia comunicacional del desmentido presidencial sobre la aparición de las cintas, creando un escándalo entre la comunidad judía del que todavía no sabe como salir parado.
Es aquí donde “cierra” la operación con Beliz mostrando la foto del super-espía Stiusso por televisión, lo que equivale a su desaparición como principal operativo de la inteligencia al perder el anonimato, y su seguro desplazamiento a “otras misiones” alejadas del gobierno de Kirchner.”””
