La marcha del silencio no es del silencio sino de los aplausos y las consignas. Lo que suponía, en un principio, ser una procesión terminó siendo una ocupación de la Plaza de Mayo. Cuando TN les preguntaba por qué estaban allí nadie parecía tenerlo claro. ‘En homenaje a Nisman’, decían algunos. ‘Para que haya justicia’, decían otros. Sin embargo, el homenajeado no había hecho mucho durante los últimos diez años y decidió hacer algo solo contando con la venia (equivocada) de partidos de la oposición y con el aval de potencias extranjeras en el marco de un proceso de internacionalización del terrorismo. Nisman era o bien corrupto o servicio o ambos pero nadie en su sano juicio podría haber aceptado ser tirado a los leones de la SIDE como ‘compañeros de trabajo’ sin los avales suficientes y sin saber a donde se estaba metiendo. La cara de su esposa refleja ese tipo de compromisos que, sencillamente, se notan y mucho. Es por esto que creo que esta romantizacion de Nisman es improcedente.
El gobierno, por su parte, eligió el peor camino que fue el de la confrontación. Queda claro que el enemigo, en este caso, no es ni el gobierno ni la oposición sino una estructura mafiosa y profesionalizada mantenida durante décadas por los contribuyentes. Son los viejos agentes de la dictadura que durante la transición democratica fueron reciclados y nunca adecuadamente domesticados por el sector político, mas preocupado en lo pedestre. Esta gente formó un poder paralelo que ahora se resiste a ser desarticulado. Cómo entender la casi desapercibida muerte de Mariana Felbeira Risso, la estudiante de Harvard que le hiciera las comprometedoras preguntas a la Presidente sobre su incremento patrimonial sino como otro mensaje mafioso en una seguidilla de ellos que va desde Carlitos Menem Jr, Juan Castro, el Fiscal Nisman, la mujer calcinada frente al Le Parc, etc. Los presidentes han sido tanto promotores como víctimas de estas mafias a las que ayudaron a consolidarse. Ahora están acá y, por primera vez, sienten la necesidad de demostrar musculo.
Sin embargo, en la audiencia publica en el Congreso respecto del debate de la ley de inteliencia, el narcisismo de politicos y periodistas se desató con toda la furia. Lo único que parecían querer hacer era hablar de si mismos. Cuando sintonicé mi televisor estaba Beatriz Sarlo opinando sobre la AMIA o algo por el estilo usando aforismos que ya no entretienen a nadie. La clase media argentina debe dejar de fascinarse con el sentimentalismo de los grandes gestos. Tienen que madurar.
Si se quiere mi problema con la Marcha del Silencio es ese. Qué hizo toda esta gente para que la justicia sea dependiente e instrumental para el poder. El gran problema argentino parecen radicar los privilegios corporativos que, al fin y al cabo, constituyen el verdadero poder. La libertad y la democracia son meras excusas para mantener esos privilegios. Es como si durante Alfonsin y Menem hubiera habido un Pacto de la Moncloa Anti-democratico paralelo al que se pretendió firmar a la luz del dia. Esta Dr.Jekyll-y-Mr.Hyde-ización del poder en nuestro païs ha sido no solo avalada sino alimentada por una clase media que fue comprada con tvs de plasma y viajecitos en cuotas.
El sentimentalismo de esta marcha recuerda a otra gran marcha del silencio clave en la historia reciente. Me refiero a los funerales de Lady Di en el Pall Mall en Londres que forzaron a la Reina a salirse del protocolo y dar un pésame publico que debía ser solo privado. Tanto en ese caso como en el argentino, lo que estaba en discusión eran las prerrogativas de las ‘castas’ que ostentan el poder. Sin embargo, mi mamá lloraba por Lady Di, como si una desequilibrada ninfómana sin problemas reales en la vida realmente importara. Así estamos. Comiendo la fruta que nos tiran. J A T
