Si la corrupción ha caracterizado a todos los gobiernos desde que tengo uso de razón, la construcción permanente de relatos es lo que ha venido caracterizando al Kirchnerismo. Quizá sea esta la clave del éxito de una película como ‘Relatos Salvajes’ en la que lo que se resigna es la posibilidad de pensar la realidad como una historia (por coherente que sea) para fragmentarla en una serie de pasos de comedia, pensados a través del absurdo, en donde toda lógica es llevada individualmente hasta las ultimas consecuencias con el fin pedagógico de la moralización. Esto es algo que Cristina ha logrado muy eficazmente al punto de usar su propia inimputabilidad a los fines de la licuefacción de todo discurso alternativo.
La marcha del 18F ha puesto en evidencia los limites de un micro-clima opositor apocalíptico fogonado por periodistas, creadores de opinión y escritores quienes tratan de conservar su lugar como legitimadores de discurso mientras la farandulización del periodismo les muerde los pies cada vez con mayor intensidad. Si por un lado tenemos a Carlos Pagni y Joaquin Morales Sola generando opinión atreves de las operaciones de inteligencia y Magdalena Ruiz Guiñazu y Nelso Castro generando opinión con la estética de la señora gorda ofendida; de pronto, aparecen en la escena Agustina Kämpfer y Amalia Granata llevando, como en Relatos Salvajes, esta lógica hasta sus ultimas consecuencias. El problema es que la política y el periodismo argentino se han transformado en una hoguera de vanidades en la que nadie, absolutamente nadie, tiene algo para decir.
El exponente más excelente de esto es Lilita Carrió y sus diagnostico de la realidad que, rara vez, están equivocados. El problema es la prognósis. Dicho de otro modo, el argumento de Lilita es que Cristina quiere ser Maduro y quedarse en el poder con un golpe interno. Y advierte esto diciendo que se deben respetar las instituciones democráticas. Si este es el caso cabe preguntarse por qué todos los ‘hombres y mujeres supuestamente serios de la Argentina republicana’ (Kovadloff, Aguinis, Sarlo, el periodismo de opinión y la mar en coche) le hacen el caldo gordo a un poder judicial corrupto que se ha venido negando, hasta hoy, a hacer su trabajo en los casos de corrupción o en la AMIA (entre muchos otros casos). Dicho de otro modo, el hecho que la justicia hubiera finalmente decidido avanzar con las imputaciones contra Amado Boudou el día siguiente de la marcha, habla peor de la justicia que de Boudou (quien debería ir preso de una manera u otra).
Si bien la democracia está en peligro ya que el gobierno, como bien dijo Anibal Fernandez, está dispuesto a conservar su poder mediante el uso de la fuerza, la pregunta es qué podemos hacer los ciudadanos para asegurarnos que esto no ocurra. Dicho de otro modo, si envalentonados tras la muerte de Nisman, los fiscales deciden procesar al hijo de la Presidente en ejercicio, es como si le dejaran más alternativa que hacer un golpe interno. Esto tiene que ver con las cuestiones más elementales de la supervivencia. Si yo quiero que Cristina no sea violenta, lo ultimo que deberia hacer es ponerle un revolver en la cabeza de su hijo, por dar solo un ejemplo. Más específicamente, la pregunta es qué está siendo la oposición (en todos los niveles) para garantizar que la transición post-kirchnerista sea pacífica y ordenada. Digo esto porque el discurso de TN es ofensivo y rupturista y el manejo de los tiempos judiciales parece obedecer más a los intereses corporativos que a los de la ciudadanía, en general. Cristina tiene razón al hablar de la emergencia de un Partido Judicial y eso es algo que, en si mismo, debe ser causa de alarma. La otra razón para alarmarse es haber visto el modo en el que los periodistas interactuan con los servicios de inteligencia para realizar operaciones de prensa con fines espurios y muchas veces, encontra de los representantes elegidos popularmente. Yo creo que el problema ya dejó de ser Cristina para ser los medios y los otros poderes aunque haya sido Cristina misma la responsable de crear ese escenario casi como una profecía autocumplida. No digo que Cristina sea buena sino que todos terminaron siendo funcionales a su megalomaníaca locura. Es como si aquellos que siempre se han beneficiado de estructurar la opinión en dos bandos necesitaran crear una hipótesis de conflicto para, en el caso del periodismo, justificar su lugar en la sociedad y en en caso de los empresarios periodisticos, generar escenarios de negociación y mercenarismo. El problema es que ya nadie sabe por qué lo hace. Soy yo el unico que ve a Carrio como una mujer sin rumbo y sin sentido en la vida? En otras palabras, creo que la muerte de Nisman ha puesto en evidencia los mecanismos narcisistas y adictivos de la construcción del poder de ambos lados. Prender la televisión es entrar en un microclima que tiene a gente como Lilita Carrió o Margarita Stolbizer como catalizadores irreflexivos de un discurso patético y tautológico. Es como si no pudieran callar por medio a desaparecer. Y, como dice un amiga mia, en Argentina solo ganan poder los que callan sino preguntenle a los desaparecidos. El problema es que pocos pueden resistir la tentación de ser perpetuos boludos. J A T
MIRA LA PASTELA DEDICADA A CARLOS ALONSO
