En, quizá, una de las muestras de arte más relevantes de los últimos tiempos, Antonio Berni postula una visión crítica del proceso de modernización argentina en un contexto globalizado através del desarrollo de dos personajes de ‘historieta’: Juanito Laguna y Ramona Montiel. Esta muestra, curada por Maricarmen Ramirez y Marcelo Pacheco y co-organizada por el Museo de Bellas Artes de Houston y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, permite observar el modo en el que el artista rosarino representó visualmente algo análogo al Siglo XX Cambalache de Discépolo pero en version orgánica y en contra del desarrollismo.
Fui a ver esta muestra dos veces. La primera vez lo hice solo y la segunda con la analista de medios, Adriana Amado y el comentarista de este blog Buggs Bunny. Esto ocurrió en un contexto especial, es decir, un par de días después de la Marcha del 18F y unos días antes de la presentación de la Presidenta en la Asamblea Legislativa. En un productivo catálogo especialmente publicado para la muestra, los curadores argentinos prefirieron no prestar atención al análisis visual (que, dicho sea de paso, es prácticamente inexistente en todos los textos) para poner su atención en el contexto tanto histórico, social como ‘curatorial’ de su producción. Este último es el caso de Maricarmen Ramirez quien analiza estas series desde el punto de vista de las interacciones entre Berni y los curadores franceses que (a principios de los sesentas) apoyaban la inclusión de su obra en el movimiento de “Nouveau Realistes’ (Arman, Niki de Saint Phalle, etc). Si bien este texto resulta de fundamental importancia para entender cómo la obra de Berni fue recibida y hasta promovida en Francia (tanto por aquellos que lo apoyaban como por él mismo), nada termina diciendo de Juanito Laguna y Ramona Montiel en tanto representaciones de las particularidades locales del proceso de modernización impulsado desde afuera. Desde este punto de vista, la critica a la idealización del centro (el mercado norteamericano y su influencia en Latinamerica) que realiza el apologético Arte Pop (en Nueva York) y Nouveau Realisme (en la versión Parisina de Pierre Restany) pasan a ocupar todo el lugar del análisis y esto resulta desproporcionado.
Sin embargo, tengo la sospecha de que el juego de oposiciones que la critica parece necesitar para dar cuenta de estas imágenes obedece, más bien, a la imposición de un modo binario muy argentino (y Kirchnerista, diría yo) de ver la obra que a la obra misma. Digo esto porque el uso de personajes como Juanito Laguna y Ramona Montiel, en el caso de Berni, tiene menos que ver con oposiciones que con cambios integradores que permitirian entender la logica movimientista del ‘Tercer Mundo’ o del ‘Peronismo’ de mejor manera. Por supuesto, cuando me refiero al Kirchnerismo me refiero a una época en la que todas las partes (oficialismo y oposicion) parecen pensar en términos de exclusión mutua y simulacros atraves del discurso y la imágen en los medios. Algo que en este blog llamamos ‘farandulización’ de lo público. Dicho de otro modo, si bien Juanito Laguna debe insertarse en los lineamientos del Fuenteovejuna de Lope de Vega y Ramona Montiel del de esas jóvenes campesinas que van a Londres para corromperse y morir de sífilis representadas por William Hoggarth, hay algo muy sesentista y, ciertamente, setentista en ese modo critico de entender al mercado como aquello que se debe tanto abrazar como aniquilar. Es en esta ambiguedad en donde parece no haber margen para esquemas binarios y ese es el punto que Berni parece querer plantear. Es en este sentido que me interesa analizar esta muestra desde el punto de vista del ‘deseo’ como dinámica tanto del mercado como del peronismo.
Es por esto que en obras como La Gran Tentación o La Gran Ilusión (1962), el espacio pictórico está estructurado en dos mitades. A la derecha tenemos una versión casi monstruosa de Ramona con sus ‘hombres’ tatuados a flor de piel mientras que la imagen se proyecta de una manera mucho mas publicitaria y ‘bella’ en el lado izquierdo en donde Berni coloca a un personaje femenino Hollywoodense con peinado de Scarlett O’Hara ofrece un auto como si fuera un pedazo de pan. El deseo a la izquierda es profiláctico e imposible y a la derecha es real pero potencialmente suicida. Esta suerte de heroína de Hollywood proyectada sobre el cielo con la dimensión de un King Kong alegoríza tanto al mercado como a la política como algo apetecible pero no real. Sin embargo, es Ramona Montiel la realidad o una construcción frankensteiniana de la realidad? Es esta oposición entre King Kong bello y Frankenstein feo la que vengo viendo en la Argentina de la lucha del Cristianismo versus el Grupo Clarín. Ambos se desconocen mediante una suspension del universo de valores del otro.
Hace minutos, Cristina hablando en la Asamblea Legislativa equivale a ese King Kong bello de Antonio Berni. Lo que dijo no estaba mal pero era irreal. Fueron tres horas de simulacro. Enumerar las cifras y logros de un gobierno ignorando lo que aquellos excluidos tanto del sistema social como del sistema político tienen para decir es proyectar una imagen plana sin ninguna tipo de profundidad y relevancia. Por el otro lado, pensar que la realidad es solo fea y monstruosa como parece ser lo planteado por periodistas como Nelson Castro o Clarin es despreciar a una mayoría del electorado. Antonio Berni presenta la dinámica de esta dialectica para poder superarla. Sus obras lejos de ser planas como el monumento Kirchnerista al Padre Mujica son corrugadas y sucias. El modo de organización de la realidad tiene que ver con el transformar la materia baja en algo que parece bajo pero que en realidad supera las diferencias sociales y artisticas (planteadas desde el MOMA por el Pop). Para Berni, a diferencia de para Cristina, la revolución socialista solo viene de la mano del trabajo. J A T
MIRA LA PASTELA DEDICADA A CARLOS ALONSO
