En un artículo aparecido, bajo el título ‘Lo que sucede cuando se trata de domesticar al arte’, en el diario La Nación hace dos días, nuestra lectora Maria Paula Zacharías plantea una serie de problemas que, seguín entiendo, son claves para entender el lugar del arte, de los curadores y de la libertad de expresión en el mundo de hoy. Someto este texto con mis comentarios al debate ya que creo que este blog es el lugar indicado para ir echando luz sobre estas zonas grises de la práctica cultural contemporánea.
El siguiente es el texto de Zacharías con mis comentarios al margen y al final:
MPZ: ’En los últimos tres meses, varios casos de censura dieron la vuelta al mundo y reactualizaron el debate sobre el papel de curadores y directores de museos; los ecos se oyen también en Buenos Aires.
MI COMENTARIO: Veamos qué entendemos por censura…
MPZ: ¿Pueden ponerse límites a la libertad de expresión de los artistas? La suerte que corrieron los directores de museos luego de intentar hacerlo parece indicar que no. En cuestión de meses, dos instituciones de renombre sufrieron papelones mundiales, una artista estuvo presa y una performance recorrió Europa con manifestaciones en contra y varias clausuras. La violencia, la discriminación, la dictadura o el colonialismo parecen despertar más estupor cuando son representados por un artista que en la vida real.
MI COMENTARIO: De entrada,Zacharías está poniendo demasiada carga simbólica en el contexto de artista. Es como una ‘caja negra’ en este argumento. Pero sigamos leyendo…
MPZ: Otras realidades son más tolerables cuando están pintadas al óleo. Por ejemplo, el revuelo que causó la artista Deborah de Robertis en el parisino Museo de Orsay parece ya una inocentada (o una viveza). En junio pasado, sin permiso ni preaviso, la performer luxemburguesa se ubicó debajo del cuadro de Gustave Courbet El origen del mundo (fechado en 1866), levantó su vestido para mostrar su sexo y recrear la pintura. Unos aplaudieron, los guardias de sala reaccionaron nerviosamente y el video de Espejo de origen –como tituló a su obra– le otorgó rápida fama planetaria.
MI COMENTARIO: El problema con la obra de Robertis es que la fuente de valor artistico de la performance radicaba, por un lado, en el poder de shock (de mostrar los genitales sin previo aviso de que se trata de una ‘obra de arte’ ya que para cualquier visitante o turista puede tratarse de una loca o una ninfómana) y, por el otro, en la comparacion entre el naturalismo de la pintura en tanto representacion y la presentacion de la misma imágen. Sin embargo, lo que la performance de Robertis pasa por alto es el signifcado real de la imagen de Courbet en tanto alegoria de la pintura y las referencias a las cavernas propias de la tradición de la pintura religiosa desde la Edad Media con las ‘sagradas familias’. Dicho de otro modo, no hay en la obra de De Robertis exploración alguna de los problemas investigados por el original de Courbet. En este sentido parece más bien un acto oportunista para buscar prensa y por ello, no está mal que haya ido presa.
MPZ: Más grave es el culebrón que se leyó en los diarios españoles la semana pasada. Bartomeu Marí, director del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), el 17 de este mes canceló la exposición La bestia y el soberano a horas de inaugurarse, porque los curadores se negaban a retirar una escultura en la que el rey Juan Carlos era vejado. Por las redes sociales se congregaron activistas que reclamaban un museo más democrático, mientras elaboraban un documento en rechazo a la –brutal– medida. La pieza en cuestión es Haute couture 04 Transport (Alta costura 04 Transporte), de la austriaca Ines Doujak y el británico John Barker, que representa al rey montado por una mujer de rasgos indígenas, inspirada en la líder social boliviana Domitila Barrios, que a su vez es montada por un perro. El rey está en cuatro patas sobre cascos de guerra oxidados de la SS y vomita flores de aciano. Doujak viene trabajando la problemática del colonialismo desde hace décadas y la pieza integró 31ª edición de la Bienal de São Paolo en 2014 sin demasiada alharaca. Marí dijo que desconocía la obra hasta minutos antes de cancelar la inauguración. Pero Doujak mostró pruebas de que el director había autorizado su presentación un mes antes.
Tres días más tarde de la clausura y ante el estupor general por su reacción, el director dio marcha atrás y abrió las puertas de la muestra el sábado pasado. Explicó Marí en una carta pública: “La publicidad dada a la obra y las opiniones emitidas por muy diferentes sectores de la sociedad, desde el mundo del arte y la cultura hasta la política y los medios de comunicación, así como los profesionales internacionales del arte, me han hecho reconsiderar la decisión inicial de no inaugurarla”. Fue más escandalosa su medida censuradora que la escultura en sí, más aún cuando en todo el mundo ha habido movilizaciones en favor de la libertad de expresión de los artistas luego de la masacre de Charlie Hebdo. El resultado fue una enorme cantidad de público en la exposición: el primer sábado, tuvo un 48% más de visitantes de la media habitual para ese día de la semana. Y se hizo escuchar el enojo de los curadores del MACBA Valentín Roma y Paul B. Preciado (antes Beatriz Preciado, mundialmente reconocida filósofa queer), y los alemanes Hans D. Christ e Iris Dressler, del museo coproductor de la muestra, Württemberg Kunstverein de Stuttgart (WKV). El último capítulo llegó el lunes pasado, con la dimisión de Marí, que antes de partir echó más leña al fuego: despidió a los curadores españoles aduciendo una “pérdida irrecuperable de confianza” en ellos.
Mi COMENTARIO: Realmente no entiendo la comparación con Charlie Hebdo. En Charlie Hebdo hay un tipo de obra que no es artística y que obedece a un tipo de sátira política que caracteriza al medio en cuestión. Dicho de otro modo, uno puede decidir consumir ese producto o no. En el caso de ‘la Bestia y el Soberano’, la obra es una adaptación del modelo visual de Jeff Koons a personajes interactuando en modo de sátira política. Yo creo que el museo tiene libertad para decidir la relevancia artistica de esta obra. Yo no creo que la tenga y creo que su unica fuente de valor artístico esta en el ruido que puede llegar a lograr hacer. Si bien no la censuraría, directamente no la incluiría por obvia y aburrida.
MPZ: “Lamento que esta situación se haya planteado con Bartomeu Marí, ya que lo aprecio personalmente”, dice Andrea Giunta, historiadora e investigadora del Conicet. Vivió una situación similar en 2004, cuando la retrospectiva de León Ferrari en el Centro Cultural Recoleta suscitó protestas, destrucción de obras, repudios de organizaciones religiosas y una denuncia penal. Giunta se mantuvo firme, apoyando al artista.
MI COMENTARIO: En oportunidad de la muestra de Ferrari, yo escribí un articulo de opinion en el diario La Nación en donde apoyaba a la Iglesia en la indignación por dichas obras. Digo esto porque la fuente del valor artistico de las obras de Ferrari radican en esa indignación que generan. Ferrari decia que a el no le importaban los aspectos formales de la obra sino el quilombo que generaban a partir de un mensaje disruptivo. Creo que la polémica suscitada era parte de la obra artística planeada por Ferrari a modo ya no de objeto sino de performance conceptual.
MPZ: “Aprobada la exposición, sus obras, fuese consciente o no de lo que iba a exponerse, su responsabilidad es no intervenir en la exposición eliminando obras controversiales. Eso se denomina, correctamente, censura. Entiendo la gestión y la curaduría como tareas de inmensa responsabilidad. Me he visto en situaciones complicadas, generadas por la tensión que siempre existe entre instituciones y artistas. Nunca censuré la obra de un artista, ni lo haría. Esta tarea requiere una posición ética, que en mi caso se sustenta en mi confianza en el poder transformador del arte”, dice.
MI COMENTARIO: Lo que comienza a aparecer acá (y de la mano de Andrea Giunta) es la capacidad de designar a algo que es gris como algo blanco o negro. Creo que es parte del trabajo oportunista y manipulador del curador. Es como que el trabajo del curador fuera el de garantizar a la institucion los bajos costos y la realizacion del proyecto pero cuando el artista trata de aprovechar la visibilidad para posicionarse en base a una estrategia de shock, el curador inmediatamente corre hacia la izquierda para pontificar la acción artística como ‘absoluta’. Creo que esto es inmaduro.
MPZ: En México, la censura de una otra muestra terminó igual: con el museo descabezado. El Jumex suspendió el 30 de enero pasado la muestra del austríaco Hermann Nitsch luego de recibir un petitorio con 5000 firmas que rechazaba la muestra, debido a que Nitsch, fundador en los `50 del accionismo vienés, incluye en la mayoría de sus obras sangre animal. Las pinturas ya estaban en camino, y los artistas e intelectuales también hicieron oír su reclamo. “Fundación Jumex debió mostrar a Hermann Nitsch, y dejar que nuestras polémicas ocurrieran. Es un día muy triste para el arte en México”, dijo por Twitter el crítico Cuauhtémoc Medina. Patrick Charpenel, director de la fundación, indicó que el motivo de la suspensión era el momento sensible en lo político y social que el país está viviendo, una realidad por demás sangrienta. Charpenel ya presentó su renuncia, según publicó el New York Times con fuente anónima y repercutió en todos los diarios mexicanos. Se espera el comunicado oficial.
MI COMENTARIO: Quiere decir que el valor artístico de esta obra radicaba en el material con el que estaba hecho y no en su forma o concepto? No se podía comunicar el mismo concepto sin tener que usar sangre de animales? Cuál es el límite? Digo esto porque si el derecho a la expresion artística es tan absoluto, entonces se me debería permitir colgar fetos de abortos del techo para, ponéle, ‘significar la violencia domestica y el problema de las madres solteras’ (o una boludes así). Lo que me sigue pareciendo particularmente interesante es como, en este caso Cuauhtémoc Medina, los curadores no se animan a ‘curar’ el valor artistico de la obra y solo se limitan a convertirse en ‘brokers’ de por un lado ‘el derecho absoluto del artista’ y, por el otro, las necesidades institucionales y financieras de las instituciones.
MPZ: “La censura es una acción terrible y retrógrada que salpica al que la ejerce”, dice Agustín Pérez Rubio, director del Malba, que por más de diez años dirigió el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León en España. “Si un director siente que no tiene los recursos o la libertad necesaria para dirigir un museo debe renunciar. Lo que no entiendo es por qué Marí despidió a los curadores, que estaban haciendo correctamente su trabajo”, señala. Justamente, uno de ellos, Preciado, pronto estará en el país para dictar una conferencia sobre las nociones de cuerpo, poder y capitalismo, en el marco de la exposición Experiencia infinita, con más de 80 personas en obras vivas, de actividad constante. La muestra también generó comentarios azorados: sucede que en una de las piezas, el performer tiene al aire su miembro viril. “Si de una exposición enorme lo único que alguien comenta es eso, bueno, habla de sus propios pudores. El arte es libre y hay que saber mostrarlo sin fiscalizar”, dice Pérez Rubio. Sus medidas para la correcta exposición de la pieza de Diego Bianchi han sido disponer la performance en un espacio cerrado, poner advertencias y explicaciones en el ingreso, y más aún, que el performer esté de espaldas al público: para verle el pito hay que rodear la instalación.
MI COMENTARIO: Perdón, pero los curadores dicen que el derecho a la expresion artística es un derecho absoluto, entonces esconder el pito de Diego Bianchi es un acto de censura. Sobretodo si esta dentro del museo y enmarcado en el concepto de performance. Me parece que la discusion aquí debería ser desplazada a la relación entre artisticidad y shock/sorpresa. Digo esto porque mientras con de Robertis, la sorpresa era, supuestamente, la fuente de valor artístico. En Perez Rubio y Bianchi, la sorpresa parece ser el motivo de la ‘censura’, aunque se niegan a reconocerlo como tal.
MPZ: “Creo en la pluralidad de voces, creo que hay que permitir que el público tenga acceso total y que cada uno decida sobre lo que ve y lo que le sucede frente a una obra compleja”, reflexiona Bianchi. En arteBA 2013 otra obra suya dio que hablar, Estado de Spam, una instalación con un trapito, un repartidor de volantes, un limpiador de parabrisas y un inmigrante nigeriano que vendía relojes, trabajadores callejeros que quiso hacer más visibles. Pero Bianchi sufrió el colmo del artista con consciencia social: fue acusado de discriminador. “Lo viví bastante mal porque fue la interpretación de mi discurso lo que hizo que una obra potente fuera mal interpretada y utilizada para generar una polémica”. No se agolparon manifestantes rabiosos, pero Bianchi tuvo que trajinar canales de televisión explicando lo que no hay que explicar. “Una obra puede y debe generar múltiples lecturas. Que genere incomodidad, oposición, desacuerdo o confusión me parece bien. Creo que el arte no debe denunciar, ni aleccionar, ni ejemplificar, ni documentar. Más bien, poniendo la realidad bajo la lupa, nos deja expectantes y sin respuestas frente a los problemas. Cada espectador debe encontrar el sentido. Estamos mal acostumbrando al público a la sobre-interpretación: lo estamos subestimando y eso me parece peligroso. Cuando los artistas trabajan en este margen ambivalente corren riesgo, pero eso está bien”, explica.
MI CANAL: Perdón, pero la incorporacion de un negro haciendo de negro era un acto de discriminación. Salvo que acordemos que la función del artista es la de generar incomodidad por la incomodidad misma y si este es el caso es preferible poner una bomba y hacer que la incomodidad sea mucho mas efectiva e instantanea.
MPZ: En enero, la cubana Tania Bruguera (que participará de la Bienal de Performance en abril) fue liberada después de que más de mil artistas de todo el mundo lo reclamaran en una carta abierta al presidente Raúl Castro. Había sido tres veces arrestada junto a otros participantes de su obra Tatlin’s Whisper #6, un micrófono abierto en la Plaza de la Revolución de la Habana para que los ciudadanos expresaran libremente sus ideas sobre el país que quisieran tener. “El arte es una herramienta, no una finalidad en sí misma y a través de ella se pueden hacer no sólo cambios perceptivos sobre la sociedad sino también cambios estructurales”, dijo Bruguera en una entrevista con el diario español El Mundo.
MI COMENTARIO: Si te ponés a gritar consignas contra el regimen en la plaza central de una capital dictatorial, lo más probable es que te lleven preso. En este caso, Bruguera (como Ai Wei Wei) quiso usar esta confusion y vīnculo entre ‘derecho a la expresion artistica’ y ‘prensa mundial’ para la autopromoción.
MPZ: “Si como curadores no garantizamos un espacio de libre expresión para el arte, aun cuando no comulguemos con las ideas que muchas veces éste expresa, estamos contribuyendo a desactivar uno de los motores de transformación de los esquemas sociales. Estos se manifiestan a partir de ideologías, de límites tan opinables como el buen gusto, la intención de evitar herir sensibilidades, u otros principios extremadamente ambiguos. El arte irónico, grotesco, sarcástico, incluso fuera de la ley, ha contribuido a transformar los modos de concebir la sociedad. En tal sentido, su sentido crítico, con el que podemos no acordar, es necesario. Es necesario poder no estar de acuerdo con una obra. Como curador o como funcionario, censurar una obra o una exposición, implica eliminar pensamientos conflictivos, formas del desacuerdo expresadas en ciertas obras. Implica suscribir a la idea de que el arte debe ser domesticado”, reflexiona Giunta.
MI COMENTARIO: Creo que el problema acá está en transformar al arte en una idea y no una forma de expresar la idea. Si el rol de arte es el de justificar cualquier cosa que se dice, quién es el encargado de asegurarse que lo que se dice y como se lo dice no es una pavada o un agresion fundamentalista (a la inversa)? Ah, sí…me olvidaba….el curador. Creo que en el centro de este problema sobre la censura y el derecho absoluto a la libertad de expresión está la figura del curador.
MPZ: En diciembre pasado otra muestra provocó manifestaciones en contra, Exhibit B, del artista sudafricano Brett Bailey. La obra incluía doce personas de color enjauladas o encadenadas. Los retratos vivos fueron acusados de aquello mismo que querían denunciar: racismo. Después de verse una docena de ciudades, en septiembre, el teatro Barbican de Londres suspendió las puestas por la seguridad de los performers debido a la magnitud de las protestas generadas. En París, en el Centro Cultural Centquatre, la obra generó fuertes manifestaciones y una denuncia en la Justicia, que se resolvió a favor del artista. El director del espacio, Manuel Gonçalves, difundió un comunicado titulado Debate sí, censura no. “Esa obra de arte denuncia sin ambigüedad toda forma de deshumanización, de racismo”, defendía. Para que el arte siga siendo indomable, transgresor, libre, parece clave el rol de curadores y directores de instituciones, responsables de cuidar las condiciones de exhibición y de respaldar a sus artistas. Y algo más: no se puede confundir al denunciante de una injusticia con sus ejecutores. Es matar al mensajero.
MI COMENTARIO: Por lo antedicho, estoy totalmente en desacuerdo con la conclusion de Zacharías. Es demasiado simplista. Yo hasta lo calificaría de fundamentalista. No hay mucha diferencia entre los jihaddistas y Giunta. El caso de Perez Rubio es mas cercano a una suerte de Inquisicion Española selectiva y muy pero muy oportunista. En este marco, si yo decido que la decision de Cristina Kirchner de mover a Colón de su lugar es un acto artístico (con tematica post colonial), debo también respetar su decisión. Qué pasaba si la decisión era tomada por Diego Bianchi? Se lo disculpaba en el nombre de lo absoluto del derecho de expresión artística? El debate está abiertoJ A T
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