Antes de comenzar este articulo sobre Pablo Lezcano, quiero marcar la cancha y excluir al ‘garantismo infinito’ segun el cual un asesino en serie como Hannibal Lecter, por dar un ejemplo, encuentra su conducta justificada debido al reconocimiento empático del sufrimiento que sufriera en el proceso de su crecimiento. Ese ‘garantismo’ justifica en todo a aquellos que hayan sufrido la dominacion de un clase sobre otra de manera ‘estructural’, es decir, por haber nacido en el Conurbano de tal fecha a tal fecha. Para mi eso es una estupidez que debe ser superada si ser quiere recuperar el pensamiento como modo de vida.
Habiendo dicho esto quiero referirme a lo planteado por algunos lectores (y tambien por Juanita Blee) ayer, en referencia al patético video en donde Milo Lockett lleva a Pablo Lezcano al MALBA. En todo sentido, desde el metonímico hasta el literal, dicha acción es, en el mejor de los casos, clasista y, en el peor, racista. Milo Lockett no lo guía ni lo ‘educa’ sino que lo ‘expone’. El modo en el que la conversación tiene lugar llega al paroxismo cuando se paran frente a la obra de los obreros ya que eso es exactamente lo que MIlo Lockett trata de hacer con el. Sin embargo, ese ‘espejo’ metaforico enarbolado por Lockett sale disparado por la culata en su populismo malparido y de alli los comentarios en este blog de ayer y hoy. La gente no es boluda. Lezcano menos.
No me voy a poner a discutir a Milo Lockett aqui porque ya lo hice de manera extensa. Lo ùnico que voy a decir es que lo que diferencia a Lockett y a Lescano es su derrotero pero creo que ambos son mas similares de lo que se ha venido planteando aca. Una diferencia clara. Milo Lockett nunca cambió de profesion. Era un estampador de remeras y ahora es un estampador de telas enmarcadas. Pablo Lezcano tiene un devenir mucho mas transversal e interesante en donde pasa de la marginalidad a la hegemonia cultural y eso debe preocupar.
Debo aclarar que no soy experto en el tema ni pretendo serlo pero para muestra valga un botón. Googlee su nombre y escuché algunas de sus canciones. La cumbia (villera o no) tiene una base que se repite al infinito y sobre ella canta (en tono casi de trobador pero sin la afinacion necesaria) Lezcano. La complejidad musical es cero y poeticamente las letras no resisten el más mínimo análisis. Sin embargo, lo que me llamó poderosamente la atención es la misoginia y apología de la violencia clasista de sus letras que llevan la discusión a otro plano y es el de por qué puede llegar a considerarselo un ‘genio poético’ o, aun peor, un ‘artista’.
Me interesa este caso porque participa de la misma dinámica de inversión de lo bajo sobre lo alto que vemos en Adrian Villar Rojas, Luciana Lamothe, Jazmin Lopez y Wally Diamante, entre muchos otros. Es decir, en Lezcano se canoniza a lo bajo (pobre, violento, mafioso, misogino) como algo alto (virtuoso, genio, arte). Esto es así y no hay mucho que discutir. Sin embargo, me interesa particularmente analizar por qué alguien como Juanita Blee o varias amigas mías mujeres educadas (dada la misoginia del individuo en cuestión) salen a cantar loas a semejante hijo de puta. Entiendo que hay algo propio de la mujer en una sociedad machista y represiva como la Argentina que obedece a la misma dinámica del sindrome de Stockolmo. Si no puedes vencer a la cultura del ‘macho’, únetele y quizá te cojan. Siempre me fascinaron las mujeres que se vuelven locas por el futbol. Cansadas de que el marido (posiblemente puto) no le de bola porque se la pasa mirando el partido por televisión, deciden sentarse en el sofa con él y ser más papistas que el Papa.
Sin embargo, hay otro sindrome de Estocolmo en juego aquī que para mí es mucho mas determinante del tipo de inversion de lo bajo sobre lo alto en la argentina. Para eso, tenemos que poner las cosas en contexto. La emergencia de la cumbia como fenómeno transversal (es decir que vuelve a todos locos tanto en un casamiento en el Alvear como en la bailanta de Lanús) coincide con la crisis del Menemismo y su bling bling fanfarrón de Christiano Ratazzi, Maria Julia, Daniel Maman, etc. La cumbia como fenomeno ‘nacional’ surge como una reacción a eso pero creo que se consolida con el colapso económico, los saqueos y la inseguridad consiguiente. Es en ese momento en el que ser ‘concheto’ o mostrar lo que se tiene puede a uno costarle la vida. Es en este momento en el cual la sociedad entera se pierde culturalmente y colapsa (logicamente, hacia abajo). Es ahī cuando alguien como Lezcano alcanza el nivel de poeta.
Yo no estoy de acuerdo cuando Juanita Blee dice que el arte es ‘zeitgeist’ (o, en criollo, un ‘signo de su tiempo’). Hay una diferencia clave entre el arte como ‘reflejo o registro de su contexto historico’ y el arte como ‘vision’ y, consecuentemente, ‘liderazgo’. Si el arte fuera zeitgeist, cual hubiera sido el proyecto de Domingo Faustino Sarmiento, el de los indios Quilmes? La Barbarie?
No me opongo a la cumbia villera como no me opongo al rap pero no puede subscribir a sus valores y rechazo el verlo como ‘arte’. Quiero elevar la mirada y cuando digo elevar digo que ya a esta altura si el Señor Lezcano tiene aspiraciones de ‘poeta’ deberia tener una formacion mucho mas refinada. Dinero no le falta. Esto que digo para Lezcano tambien lo digo para Lockett. Ninguno es mas o menos falsos. Ambos representan a diferentes grupos sociales y el grupo que representa Lockett es falso y patetico. El grupo que representa Lezcano es violento, esta perdido, sin liderazgo y es una bomba de tiempo.
En sintesis, creo que con el colapso economico y social del 2002 la cultura argentina quedo presa del sindrome de Estocolmo creada por la violencia que se desató en el pais y que todavia no terminó. Lezcano no es la victima, en este caso, sino el victimario y el pais necesita restablecer un standard cultural. La Tetamanti en Proa no es el camino, de eso esten bien seguros. Just a thought.
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