TEXTO ESCRITO POR ALE VON EX
Lo de que alguien aclare que es “masculino”, o que le gustan los “masculinos”, reconozco que me me altera, y me da lástima por la inmensa homofobia que reproduce desde la propia marginalidad inevitable del gay, “masculino” o no, en nuestra sociedad. Me suena a “voy con armario a cuestas”, o “voy por la vida metido un closet al que le he colocado rueditas y he aprendido cómo dirigirlo”, o “tengo la suerte de que me hagan creer que no se me nota que soy gay, y si me relaciono con otros gays quiero que tengan esa misma suerte que yo”. Me resulta patético e indicio de un mambo interno bastante grande.
Y sobre Córdoba, que conozco bastante bien, puede pasar de todo. En mi caso, en su momento recorrí casi toda Nueva Córdoba y parte del centro abrazado con un chico que podría decirse que entraba en la categoría de los “masculinos”, puedo decir que nos tomábamos de las manos en restaurantes y bares del centro y de Güemes, y puedo decir también que he vivenciado, en otras ocasiones, cómo la policía intenta disuadir, digamos, a cualquiera potencialmente gay de circular o de permanecer en lugares públicos. Y por “cualquiera potencialmente gay” quiero significar cualquier hombre solo o acompañado de otro hombre, o de varios, que estén en cualquier lugar público en cualquier situación diferente de, por ejemplo, jugar al fútbol. La figura jurídica o parajurídica o policial o parapolicial del “merodeo” sigue vigente. Estrategias disuasivas despliegan también guardias de ciertos centros comerciales en las inmediaciones de los baños o dentro de ellos, siempre guiados por estereotipos de comportamiento que muy bien pueden incluir a los que se sienten orgullosos de ser “masculinos”, algo que, por cierto, policías y guardias también son, sin que ello les impida las prácticas o las políticas del propio cuerpo que les encanta intentar prohibir.
Que hay machismo, lo hay, sí. Que al parecer se es más tolerante con las manifestaciones públicas de afecto de las lesbianas, puede ser cierto, sí. El cuerpo del hombre, gay o no, sigue siendo campo de mayores coerciones reglamentadoras, creo, en todos lados, no solo en las ciudades argentinas. Y coherentemente con ello, la reafirmación del binarismo hombre/mujer goza de buena salud, lamentablemente, también en todos lados.
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