EL LECTOR ENZO IVKOVICH SE SUMA AL DEBATE SOBRE EL CHIAROSCURO SEVILLANO VS. EL CARAVAGGESCO:
‘ Pese a los tradicionales parangones claroscuristas, no deja de llamarme la atención cómo en tantas ocasiones Francisco de Zurbarán y José de Rivera, parecen interesarse en un negro muy diferente del cual Caravaggio hizo destino a su mirada.
Aquel tópico de la enemiga amistad entre la luz y la sombra -al que el italiano otorgó un contrapeso crucial con reservas hacia el ascendente drama luminista-, encuentro que se trocó en una katábasis con otras ensoñaciones energéticas en los aludidos pintores de España. Ensoñaciones en las que los temas de la luz ya no hallan golosinas letradas sino en los umbrales ontológicos de la sombra. Es decir, si miramos los amplios pasajes de los hábitos terrosos detenidos en metamorfosis largamente aceitunadas -como pulverizadas berenjenas en afanes inmaduros de obsidiana, embargos suspendidos en la bisagra de las sombras receptoras-, no descubrimos una mera vacuidad o socavo de las figuras en la nada, sino acaso un matrimonio de voluptuosos entrecruces.
¿Pero de qué potencias está lleno el vacío de Zurbarán? ¿Qué términos escolásticos animan su “reductio ad absurdum” de las sombras? No lo mismo significa lo negro. No perpetuamente el negro es vacío, ni las figuras se hunden siempre en discreta elegancia sedentaria. Con métrica frecuencia, diría, ese negro es plutónico erotismo viril de lo invisible, activa y reversa metafísica de lo obscuro, que paradójicamente se hace visible enclaustrándose…’
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