El lector Gonzalo reflexiona:
‘La autovaloración excesiva de los artistas jóvenes es un legado de la Beca Kuitca. El propio Kuitca les dice una y otra vez a sus acólitos que tienen que hacerse valer, que todo lo que hacen tiene un valor y que lo tienen que defender. Es así como a Catalina León se le ocurrió ir con un escribano a la galería de Pitito Sendrós cuando de una instalación hecha con basura faltó un enchufe. Parece que cambiaba todo el sentido de la obra
En cuanto a las obras hechas con materiales pobres, en realidad, hay que remitirse más bien a una “estética del bricollage” que se puso de moda en Buenos Aires a través de una mala lectura de la obra de Thomas Hirschhorn y del apoyo de ciertos curadores, como Victoria Noorthorn. También tiene que ver con la influencia del Barrio Joven de arteBA que impone a los artistas jóvenes un límite de precio a la venta de sus obras, y con finalmente con el legado de Belleza y Felicidad, que fue el ámbito de legitimación del “todo x 2 pesos”
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