ESTE TEXTO NO ES MIO SINO DE LABRIEGO
El hombre/mujer actual, que son unos simios e ignorantes en su gran mayoría, tienden a pensar que por estar en el siglo XXI son superiores al pasado (sus padres, abuelos, bisabuelos, etc). Que hoy somos más “evolucionados”. Que lo que ellos (el simio y la simia moderna) “sienten” esta bien y es lo mejor. En realidad solamente “sienten”, no piensan. En realidad, son monstruos ignorantes.
Desde hace varios años tiendo a pensar precisamente lo contrario a todo eso, mirando los simios humanoides que me rodean (a todo nivel social y profesional) y que marcan el devenir de lo que se denomina nuestra “civilización”: pienso que el pasado reciento fue mucho mejor y superior a este presente, a todo nivel. Fue más humano, fue más civilizado, fue más profundo, fue más culto, fue más religioso -sin duda- y fue moralmente superior, con todos los fallidos que tenían aquellas sociedades -que no ignoro-. Pienso que civilizaciones que se forjaron por miles de años -como la nuestra, la occidental- no establecieron sus principios de la nada y con desconocimiento de la naturaleza humana.
Sin embargo, en los últimos años se tiraron todos esos principios por la borda, en la sociedad y en sus legislaciones, por presión de esa sociedad de humanoides que hoy vemos en los medios y que marcan la “tendencia”.
Así tenemos que dos machos o dos hembras juntados o “casados” -que biológicamente no pueden concebir hijos- dicen que tienen “derecho” a tener un hijo, analogándose impropia e ilógicamente con las parejas de distinto sexo que, biológicamente, si podrían tener un hijo -aunque por motivos individuales concretos no puedan en cierto casos y tengan que adoptar-. Tales irracionalidades y absurdos están al orden del día.
Respecto del matrimonio, hasta el siglo XX solamente se casaban por “calentura” -que es lo que hoy se denomina “amor”- los pobres. Luego a la “calentura” se le empezó a llamar “amor” y en casi todas las clases sociales se impuso el matrimonio por “amor”. El último eslabón de esa “evolución” fueron las casas reales europeas desde hace una decena de años.
En general en las clases dominantes todos los casamientos eran arreglados y, hoy creo, que ello respondía mejor a la sexualidad del varón y la mujer. Había “libertad” para no casarse, pero había también una conducción del matrimonio. Era un mix virtuoso. No solamente eran cuestiones racionales los matrimonios (no “calenturas”) eran también indisolubles, de por vida. Como dije, dos mil años de evolución sexual, social y matrimonial no son casuales, salvo que los “modernos” tendemos a pensar que nuestros antepasados eran idiotas y hacían las cosas para auto-flagelarse -cuando en realidad conocían bien la naturaleza humana y cómo debemos ser “encauzados” los humanos: los idiotas y descerebrados creo somos nosotros.
La sexualidad estaba en el quinto, sexto o séptimo lugar en el orden de prioridades de varones y mujeres del pasado. Así lo imponía la sociedad. Era inconcebible destinarle a la sexualidad las energías vitales que se le destinan ahora.
Como corresponde a seres racionales, conforme un orden de valores que se imponía aunque costara vivirlo, las prioridades establecidas eran otras, en otra jerarquía e, individualmente y socialmente, se trataba de vivirlas de ese modo y con tal jerarquía.
En primer lugar estaba, social e individualmente, Dios ( lo que se traducía en la necesidad de una vida interior en las personas, y se traducía también en un universo inmenso de regulaciones sociales que, en ciertas épocas, invadió toda la vida social y absorbió todas las prioridades y órdenes de la vida).
En segundo lugar estaba la familia (donde había obligaciones, tanto con la mujer con con el varon, como con los hijos, todo en un mismo plano).
Luego, en tercer lugar, venía el hogar, sea para el varón o la mujer respectivamente; en cuarto lugar las obligaciones sociales con la familia extendida, amigos, el prójimo, etc: finalmente en un quinto lugar aparecía el TRABAJO, y el progreso material, el dinero, las posesiones de bienes, etc.; en un sexto lugar venían los placeres varios de la vida: ocio, deportes, entre los que estaba el cuidado físico y el sexo.
Obvio que esto variaba según situaciones concretas, pero hoy el orden es completamente inverso en el orden social, legal y de los “valores”. Dinero y placer son las primeras prioridades de la vida para todos (varones, mujeres, gays, etc.). Dios, la familia, el prójimo, la vida interior, la amistad -que entre varones se volvió imposible, porque en el mundo hipersexualizado se volvió sospechosa del estigma gay superviviente- prácticamente son temas secundarios. Gobierna las mentes el capitalismo y el individualismo, como objeto de todo el placer. La mayor deformidad son las personas que tienen como prioridad absoluta el TRABAJO, y ganar DINERO.
La estructura social de la familia tenía en el pasado -en el plano legal- correspondencia con el orden de valores del pasado.
El eje sobre el que descansaba la organización familiar era el matrimonio -no fundado en el amor- que se consagraba indisoluble y se estructuraba como un contrato de sociedad donde los cónyuges aportaban y se llevaban -derechos y obligaciones-. Tanto era el matrimonio (no los hijos del matrimonio) el fundamento de la familia, que los hijos extra-matrimoniales (los naturales) tenían menos derechos que los matrimoniales, y ciertos hijos naturales -los adulterinos, los incestuoso, los sacrílegos, emergentes de uniones prohibidas- no tenían ningún derecho, ni padre ni madre. Esto fue así en Argentina hasta hace no más de 70 años. Perón, hijo natural al igual que Evita (hija adulterina), empezaron a cambiar esto en la legislación.
Alfonsín dio las dos estocadas finales contra la familia basada en el matrimonio, al 1) aprobar el divorcio vincular -anulando la indisolubilidad del matrimonio y autorizando la poligamia sucesiva, que hoy cristaliza nuestra decadente realidad donde se “normalizó” el adulterio- y, 2) equiparando todos los hijos (con humor, todos los hijos de las familias argentinas, ya en el plano biológico y legal, son todos verdaderos y conspicuos “hijos de putas”, sus madres polígamas sucesivas).
Así, el eje de la organización familiar argentina legal, desde los año 80s., pasó del matrimonio indisoluble a un nuevo eje, la generación biológica: hay familia cuando hay hijos, el matrimonio pasó a ser irrelevante -salvo por las cuestiones patrimoniales-.
El último grado de la “evolución” es el del nuevo código civil de los Kirchner, con el matrimonio disoluble al instante y por voluntad unilateral (el modelo Las Vegas), los hijos como sujetos/objeto de discusiones de género u obligaciones que se tiran entre ellos los simios macho y hembra que, después de la calentura que terminó en matrimonio, los procrearon; las “familias”, como concepto que incluyen que gays y lesbianas tengan un “derecho” a tener hijos -analogando lo no-analogable, pues la unión intersexual de varones, o de mujeres, no pueden generar nunca hijos-; la separación completa de patrimonios entre los cónyuges mediante contratos, aniquilando el concepto vital único que suponía la formación -decisión racional- de una familia, decisión que se asumía como un compromiso que no podía romperse nunca en la vida.
Asi el eje de la organización familiar pasó, en menos de 100 años, de ser: 1) el matrimonio a; 2) con Alfonsín, la generación biológica de la prole y; 3) Ahora, con los Kirchner, ya no es siquiera la generación biológica sino que lo que constituye las “familas” actuales: no otra cosa que la voluntad individual, concretada en uniones gays y lesbianas, en adulterios sucesivos de los heterosexuales, en el placer como fin de la vida, etc. Esto es lo que organiza la estructura de la familia argentina actual: no son más que las pulsiones sexuales de las personas, prevaleciendo junto al poder económico como factor organizador, y huyendo horrorizado de todo concepto de sacrificio en la unión familiar.
Eso es lo que se denominó “evolución”.
No es extraño que el producto de todo eso sean los futuros simios y simias que gobernarán nuestra sociedad, hijos de estas “familias” actuales del capitalismo argentino individualista, emergentes muchos de colegios bilingües donde los “tiran” sus “padres”, muy preocupados y ocupados AMBOS por sus dos únicos temas centrales de la vida moderna: ganar muchísima plata para hartarse de todo tipo de placeres, comer, viajar, y ser vistos como exitosos y felices en infinitas selfies que, cada dos minutos, mandan a sus grupos de whats-upp.
Lo que vemos en la sociedad actual no son familias, son amontonamientos de animales que cojen entre ellos y tienen hijos.
Saludos,
EL LANPODCAST DE ESTA SEMANA ESTA DEDICADO A ZAMA DE LUCRECIA MARTEL
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