Hoy quiero dar un paso atrás para establecer ciertos criterios de comparación entre los dos extremos del arte argentino contemporaneo: me refiero al arte hiper-comercial y al arte ‘de elite’. En primer lugar, tenemos la corriente de caracter puramente comercial que llama atención para sí misma como objeto de intercambio de mercado. Dos exponentes de este tipo de arte es Milo Lockett o Paula Rivero y es un tipo de estética que si bien establece algunas referencias con ‘el arte conocido’ (Basquiatt, Miró, Perez Celis, Cy Twombly) no plantea ningun reclamo de caracter artistico más allá de lo formal. El reclamo inmediatamente se desplaza hacia lo ‘espiritual’ como esfera autonoma. Tal es así que Paulita nos cuenta en sus incontables videos que ella ama el misterio y la vida espiritual. De modo similar, Milo Lockett patea su obra tras una jornada de alcoholismo. Diferentes modos de negociar las cuestiones del espiritu, si se me pregunta.
Por su parte, tenemos al arte ‘de elite’. Este tipo de arte reclama para sí un sentido de ambiguedad que siempre se traduce en cierto caracter visionario o de ver mas allá de lo evidente. El ‘arte’ de Jazmin Lopez, Charly ‘Lechuguita’ Herrera y Mateo Lopez son ejemplos de esto.
A primera vista, existe una diferencia estética fundamental. El arte ‘comercial se traduce visualmente en una suerte de ‘horror vacui’ en donde cada espacio del plano pictòrico está ocupado por algun color estridente o sencillamente cubierto de pigmento aun cuando ni siquiera sea la forma lo procurado. En estos cuadros no hay lugar para la ambiguedad. Todo se cubre de la patina de la autorïa del artista.
Por su parte y contrastando con esto, el arte de elite parece procurar una suerte de reduccion de todo elemento a cero. La narrativa de Jazmin Lopez presupone una narrativa que ni siquiera cuenta. El hecho mismo de presentarse como prescidente es proclamado como sintoma de una suerte de ‘aporia’ que tiene valor en si mismo. Recordemos que ‘aporos’ para los griegos era ‘un callejon sin salida’… es un concepto sin resolucion. En el caso de Lopez esto está respaldado por sus ‘citas de autoridad’ (Goddard, Buñuel, Tarcovsky, etc.) mientras que en el caso de Herrera, el soporte del ‘white cube’ aparece, de por si, como aparato de legitimacion.
Vemos entonces que no he sido yo el que los ha construido sino que estos dos opuestos se construyen a si mismos casi como si estuvieran pendientes de sí mismos. Por un lado, un arte comercial que tiene horror al vacio y por el otro, un arte de ‘elite’ que sólo encuentra justificación a traves de ese vacio. Una hipotesis respecto del horror vacui del arte comercial podria tener que ver con la necesidad de no dejar espacio ‘sin explicaciòn’. Habria una relacion directamente proporcional entre ‘vacio pictorico’ e ‘inseguridad’ personal. El problema lo plantea Jazmin Lopez cuando muestra que en realidad en el caso del arte de elite esa relacion es inversamente proporcional. Esto reduce todo a una cuestion de pose. Just a thought.
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