EL MARTE DE VELAZQUEZ/ MUSEO DEL PRADO
En nuestro análisis del lugar protagónico del vacío y la infantilización del espectador de arte en el arte contemporaneo argentino quiero visitar nuevamente la obra de nuestro querido Milo Lockett para ir un paso más allá en el análisis visual. Tomemos la siguiente obra, por ejemplo.
En terminos de género pictórico sería un retrato grupal sin embargo la identificacion de fisionomías necesarias en dicho género no puede hacerse por dos razones: las figuras estan idealizadas al punto de su deformidad. Uno puede inferir que son seres humanos pero tranquilamente podrian ser marcianos o rinocerontes vestidos como travestis. El problema que tiene Lockett con la fisionomia (ademas de que no esté ni remotamente en su intencionalidad) es que no usa ni luz ni volumen. Es decir, todo es chato al punto del colapso entre el espacio pictorico y la superficie pictorica. Es por esto que el Chaqueño necesite poner a sus figuras de perfil si la intencion es acercarlas o hacerlas interactuar. Asi, aparece como un friso de colores que hace que estas figuras dejen der ser humanoides para ser ‘eso’.
Esto en si mismo es infantilizante ya que hay una erradicación de todo sentido de humanidad. La pregunta que surge es por qué el exito argentino con la manufactura de figuras que no establecen ni pueden establecer ningun contacto humano o pauta de identificacion psicologicas. En otras palabras, estas imagenes, desde el vamos, le garantizan al espectador que nunca va a ser parte de su mundo. El espectador queda seguro frente a cualquier historia que sea representada (o no) que lo altere. El problema de esto es que va mas allá de la decoracion de interiores y de la moda ya que tanto la una como la otra son vehiculos semanticos a traves de los cuales el espectador puede expresarse. Si vienen a mi casa, mi sentido del gusto les dirá algo de mī que yo no necesitaré expresar con palabras. Sin embargo, si poseo un Milo Lockett lo unico que ustedes sabrán de mí es que yo no quiero que ustedes sepan nada de mí. La pregunta es entonces, de qué se esconden los ‘coleccionistas’ de Milo Lockett?
Es, quizá, en el el uso del contorno como pauta absoluta de separacion de los cuerpos, en los terminos de que tenemos ‘color’, ‘linea’, ‘otro color’ y eso delimita sin duda alguna los cuerpos al punto de que no hay modo de que se unan. Miren el Marte de Velazquez y como los limites del cuerpo son dificiles de establecer porque la pintura se transforma en una suerte de proxy del cuerpo mismo. La pregunta que parece hacerse Velazquez es donde se termina mi cuerpo? Donde esta mi espiritu? Si te beso y me amas, te llevas mi cuerpo con vos? Quiza! Es por esto que cuando Lockett separa y diferencia violentamente a los cuerpos se muestra como un tipo que escapa de sí mismo.
Debo decir que cuanto mas veo la obra de Lockett menos me gusta la persona. Es un tipo claramente violento, absoluto, sin grises y sin lugares para los acuerdos que conlleva toda humanidad. En este sentido Milo Lockett, es ese enano fascista que todos tenemos adentro y que, en su caso, se le permitió salir bajo la justificación del ‘exito profesional’. Entonces, cabe la pregunta, son los Milo Locketts de nuestra sociedad que andan en 4×4, viven en el country, evaden impuestos y le pegan a las mujeres, los consumidores de Milo Lockett? Es esa clase media alta sin real educacion la que lo consume y, al resto, nos sirve, al menos, como para identificar de donde puede salir el proximo giro fascista en la Argentina. Just a thought.
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