En estos últimos dias de mi viaje a la Argentina estoy perdiendo el control a tres niveles: el modo en que interactúo con la gente que quiero, lo que este blog genera y mi gula (especialmente, por el dulce de leche). Sé que estoy perdiendo el control si me veo aislandome y, especialmente, si empiezo a extrañar a mi ex Krishna, al punto de intentar contactarlo.
Mi día empezó con una sorpresa afuera de mi puerta. El libro ‘Buenos, Limpios y Lindos’ de Vera Fogwill dejado allí por su autora. Conocí a su padre en mis épocas de Subsecretario de Cultura. No me trató bien pero su hija sí, y mucho y en el momento correcto. En la primer página y a modo de dedicatoria escribió que considera ‘valioso lo que hago, que me hace sanar el lugar unico, que nadie supo ocupar ni pudo’. Dios es generoso. Así de simple.
Muchos amigos y gente que me quiere bien a todos los niveles hicieron cola para verme pero ando bajo de energía. No sé qué hacer con el cariño que me es dado y me drena de energía. Me bloqueo, sonrío, agradezco, miro para abajo y me voy corriendo. Los que me vieron en el debate con Massetti en el Recoleta vieron la fugacidad de la ‘experiencia Cañete’. Siento que quedé mal con tanta gente pero ví a una de las celebrities del blog entre los asistentes y casi me pongo a llorar. Estaba templando. Por supuesto no por Massetti sino por algunos de Ustedes en esa sala. No tienen idea cuanto me han ayudado. La vida está siendo muy génerosa conmigo y sencillamente no se que hacer con lo bueno de ella. Supongo que estoy aprendiendo pero todavía no sé que hacer. Así de simple.
Soy el hijo unico gay de una mujer que hace poco quedó viuda. Su muerte es un lugar de sentimientos mas coligados que encontrados. Da miedo porque es posible y viene de la mano de la felicidad. En este viaje tuve la oportunidad de acompañarla a los medicos ya que vivo lejos sin razón aparente. El medico que la curo del cancer (o al menos se lo limpió) está luchando él mismo contra el cancer y en este caso decidió proyectar al hablar conmigo y me dijo: ‘Tu mamá está muy perdida’. No es verdad. Simplemente oye poco y él no tiene la paciencia que yo, a veces, sí tengo. Sonreí, miré para abajo y fuī fugaz. La puse en un taxi. Me fui a comer una porción inmensa de torta de dulce de leche. De hecho, dos. No puedo parar y extraño a mi ex aunque no tenga hambre ni esté seguro de que haya gustado de mi ex siquiera una vez. Me fui a la cama. Me levanté de la cama. Me puse los shorts. Me voy a mi grupo y después me voy a correr. He dicho. J A T
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