Muy poco se sabe de su origen, método de creación o significado cultural. El apodo con el que es conocida (Venus) causa rechazo a algunos estudiosos actuales que no consiguen ver en esta figura con características de obesidad la imagen clásica de la belleza. Christopher Witcombe, profesor de la Sweet Briar College, en Virginia, por ejemplo, sugiere que «la identificación irónica de estas figuras con “ideales de belleza prehistóricos” satisfizo algunos conceptos corrientes (en la época en que se descubrió), sobre lo que era el hombre primitivo, sobre las mujeres y sobre el sentido estético». Sin embargo, debido a las nulas referencias que hace hacia la juventud, pocas correlaciones de equilibrio entre las medidas de su cuerpo y la nulidad del rostro, la idea de canon de belleza ha dejado de sostenerse atribuyéndolo a algunos autores de la época que por desconocimiento del discurso científico aplicado a la belleza que se ha desarrollado en la actualidad, llegaron a dicha conclusión errónea. Otros autores tienen muchas sospechas en identificarla como la Madre Tierra de la cultura europea del Paleolítico Superior debido a que se han encontrado numerosas pruebas y figuritas del mismo tipo distribuidas indiscriminadamente por distintos territorios en donde se desarrolló el Paleolítico Superior. Algunos sugieren que su corpulencia representa un elevado estatus social en una sociedad cazadora-recolectora y que, además de la obvia referencia a la fertilidad, la imagen podía ser también un símbolo de seguridad, de éxito y de bienestar.
Los pies de la estatua no están esculpidos de forma que se mantenga en pie por sí misma. Por esa razón, se cree que fuera usada para ser también trasladada, ya que esa sociedad era nómada. Debido a las pocas pertenencias y posesiones de los paleolíticos, se presupone que tenía una gran importancia dentro de estas sociedades, puesto que era trasladada con los desplazamientos, diseñada y pensada para ello con una idea del mantenimiento y cuidado en el futuro de un objeto, un hecho excepcional de los paleolíticos, puesto que durante los desplazamientos debían atenerse a condiciones del terreno y cuestiones metereológicas. Hay quien defiende la hipótesis de que podría ser insertada en la vagina, en rituales de fertilidad.
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