El matrimonio entre farándula y museos parece estar al borde de cobrarse la primera víctima si la pronto a inaugurarse retrospectiva de Yoko Ono (‘One Woman Show, 1960-1970’) en el MoMA fracasa. Digo esto porque su curador en jefe, Klaus Biesenbach, viene del fiasco de la muestra de Björk que recibió repudio unanime y al que los mecenas más importantes del museo se negaron a asistir.
Lo cierto es que Yoko Ono es un invento de los medios que ha sabido capitalizar las ideas del grupo Fluxus, al que perteneció pero sólo marginalmente, y ciertos aspectos del arte de performance mezclado con el ready made Duchampiano. Su arte es ‘pum para arriba’ y ‘paz y amor’ en obvia referencia a la fuente de su celebridad que fue su difunto marido, John Lennon. En materia de performance nunca llegó al nivel de Chris Burden o Marina Abramovic ya que sus performances no implican riesgo fisico alguno ya que son meras manifestaciones de vuelo, supuestamente, poético en las que se quiere insertar un mensaje de tono ‘positivo’. Algo muy pero muy similar a la de nuestra pedorra Martha Minujin.
Su retrospectiva abre el 17 de mayo y va a tener lugar en el prestigioso sexto piso del edificio de Pei en Mid-Town Manhattan. Su lugar en el calendario hace que Yoko Ono sea la gran apuesta del MoMA en su programación de verano y este puede ser el peor error de la carrera de Biesenbach.
Digo esto porque la poca legitimidad que tiene Ono proviene del grupo al que perteneció y del cual adoptó su identidad de ‘artista radical’. Fluxus fue una ‘tribu creativa’ impulsada por George Maciunas en 1961. La misma proponía un tipo de arte en el que la peformance se articulaba con una suerte de anti-objetualismo militante. Sus exponentes mas importantes fueron Alison Knowles (famosa por transformar en obra de arte el simple hecho de hacer una ensalada) y George Brecht (conocido por haber transformado el sonido de una canilla en una pieza de música conceptual). Es por esto que cuando se le preguntó a Alison Knowles por Yoko Ono, la anciana artista, a sus 82 años dijo: ‘Ono nunca participó como miembro pleno de Fluxus’. La pregunta es entonces, por qué el MoMA le da una retrospectiva a Ono en lugar de Fluxus?
De hecho, si hacemos un poco de historia, lo cierto es que el MoMA ha siempre despreciado a Fluxus y la única obra que compró de dicho colectivo de artistas es una obra de Yoko Ono llamada ‘Jugo de Uva’ en la que la artista deja la receta para hacer el jugo que supone ser la obra de arte. Recordemos que este tipo de conceptualismo ‘Hazlo tu mismo’ es el mismo tipo de conceptualismo con el cual tanto Klaus Biesenbach como Hans Ulrich Obriest han venido, sin demasiado éxito, tratando de transformar a la curaduria en parte del proceso creativo. Sin ir más lejos, Hans Ulrich Obriest publicó un enorme libro naranja con recetas de ‘Hazlo tu mismo’ de todos los artistas que le chupan las medias bajo el titulo de ‘Do it Yourself’. Esto fue copiado de Yoko Ono quien a su vez lo copio de Knowles y Brecht y Fluxus en general.
Cabe preguntarse entonces si la verdadera razón de la canonización de Yoko Ono es su carácter de celebridad o, en realidad, es la oportunidad de manipular el legado de una artista irrelevante para justificar esta conversion de la curadoría en un acto artístico per se. Yo, honestamente, creo que ambos curadores ya están en caída libre. J A T
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