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COPITO MARTINEZ QUIJANO Y VICO, EL TROTSKISTA

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Yo tengo un particular respeto por Ana Martínez Quijano, alias ‘Copito’, no sólo como amiga sino tambien como critica de arte, principalmente, en el diario Ambito Financiero. Copito tiene un modo de escribir que nutre con el comentario ‘erudito’ extraído de la cultura popular o de la literatura haciendo conexiones que siempre ponen la discusiòn en un contexto humanista y cultural. Esto es algo que van a poder ver apreciar en su reseña de la muestra de Franco Vico en el Faena Arts Center. Copito hace conexiones que permiten entender mejor la naturaleza de los artistas sobre los que escribe. Sin embargo Copito pierde brillantez cuando pone el foco del analisis en la obra de arte per se en lugar del artista. Es decir, disiento con ella en que lo que se está mostrando en el Faena Arts es relevante en tanto que son las obras a las que se destinó (en forma de reparto) el premio original de 75.000 dolares de acuerdo a lo estipulado por el proyecto ganador (presentado por Vico). Como ya dije en mi reseña sobre esta muestra, si el arte de Vico es conceptual, el concepto se limitó pura y exclusivamente al cobro y reparto de dicho monto como metafora de redistribucion de la riqueza de los ricos a los mas pobres. Sin embargo, Vico parece haber quedado atrapado en una logica en el que su obra oscila entre el conceptualismo a ultranza (obra inmaterial = proyecto contiendo una promesa) y una suerte de narrativa del ‘curador de arte’ que deja de pintar, gana un premio por no hacer nada y finalmente se tranforma en algo diferente que artista. Es todo esto que se pierde en Copito y, en consecuencia, termina monumentalizando innecesariamente a Vico

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Además, si el objetivo era el de distribuir el dinero facil de Alan Faena entre los más necesitados, el solo hecho de que los beneficiarios finales recibieran el dinero que les correspondïa hubiera sido suficiente. Sin embargo, es en el error de proceder a exhibir la obra del ‘artista pobre redistribuido’ (1000 dolares en lugar de 75000) en donde el error metodologico y patetismo del ejercicio emerge a la superficie. El momento en el que uno se da cuenta que el Jurado de Faena le pagó a Vico 25,000 dolares en caracter de comisión por buscar 25 artistas de segunda categoria, alli se rompe la burbuja. Digo que los participantes de la muestra en el Faena son necesariamente artistas de segunda categoria ya que sólo aquellos que están en un momento o bien incipiente o bien bajo de su carrera se rebajó a participar de la convocatoria. Lejos de haber tenido la ‘aprobación del mundillo del arte’ que Martinez Quijano asegura, la escena local miró a ese proyecto con desprecio.

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En este sentido yo creo que la Fundación Vairoletto es relevante como acción pero por las razones opuestas a las de Copito ya que el proyecto de Vico representa la primer critica desde el seno mismo del arte contra el sistema de premios que ha consolidado la decadencia institucional de ese mismo mundo. Por eso, cuando Copito transforma a Vico en una suerte de hero socialista renegado, una suerte de Trotzky de la generación de internet, el critico corre el peligro de justificar todo por el solo hecho de que ni siquiera fue enunciado. El ultimo libro de Copito trata sobre los artistas de la Beca Kuitca y los de Sendrós, por solo dar dos ejemplos y puede ser el caso de que Martinez Quijano se ve en la necesidad de justificar a esos mismos artistas atraves de inferencias y asociaciones que no pueden fundamentarse ni visual ni teoricamente. Just a thought.

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A continuación… el texto de Ana Martinez Quijano discutido aqui. Su nombres es ‘Vico gana el Premio Faena con estrategia de forajido por Ana Martínez Quijano para Ambito Financiero’. Enjoy!

‘El artista rosarino lo refunda con los principios y la estética de un bandolero.Con su monumental arquitectura de colores neutros, el Faena Arts Center de Puerto Madero alberga en estos días “Il Fuorilegge” (“El forajido”), la muestra colectiva del Premio Faena a las Artes ganado por el santafesino Franco Vico y repartido entre sus pares por su propia voluntad. En los 630 metros de la sala de exhibiciones y frente a los imponentes arcos de medio punto de los ventanales, se levanta el escenario gauchesco diseñado por Vico. Allí, como Paul Newman y Robert Redford protagonizando a Butch Cassidy y Sundance Kid, los bandoleros del Norte que desvalijaron los bancos de la Patagonia, Vico y Alan Faena posan para la cámara. La escena es cinematográfica, tan atractiva como las de Hollywood. Vico encarna al bandolero santafesino Juan Bautista Bairoletto “acusado de asalto, robo y homicidio”, pero hombre de buen corazón según la leyenda, conocido como el Robin Hood de nuestras Pampas.

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El premio lo otorgó un jurado coordinado por Ximena Caminos e integrado por el teórico Carlos Basualdo (curador del Museo de Filadelfia), Inés Katzenstein (Universidad Torcuato Di Tella) y Caroline Bourgeois (curadora de la Colección Francoise Pinault, el tercer hombre más rico de Francia, dueño de Christie’s y gran parte del negocio del lujo). En el Faena se buscó “incentivar la producción artística por fuera de los esquemas establecidos”, y esta vez lo han conseguido.

Como fruto de nuestras recientes actividades, logramos sustraer exitosamente 75.000 dólares americanos”, anunció la Fundación Vairoletto fundada por Vico (en la ficción, y adoptando curiosamente una V en lugar de la B del apellido del bandido) apenas obtuvo el dinero. Y de inmediato se refundó el Premio a su gusto y parecer. La Fundación nombró un flamante jurado y lanzó una nueva convocatoria, difundida a través de las redes sociales y desdeñando el aparato publicitario del Faena. Según observa Vico, los nuevos proyectos interactúan con el contexto, pero las ideas difieren, acaban “cuestionando la circulación del dinero, los sistemas de privilegio, las instancias de legitimación política, cultural, económica y los parámetros de justicia”. Y el mencionado “contexto” se extiende (siempre en la ficción) más allá del poderoso Faena, abarca el sistema entero del arte.

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La curadora de la exposición, Lucrecia Palacios Hidalgo, cuenta que Vico “aleccionaba a su banda” y aclara que su mensaje comprende “las referencias al anarquismo, el punk, el bandolerismo social, a la prédica revolucionaria y al progresismo más naif”. Emulando al Astrólogo de los Siete Locos, la curadora agrega que la “FV llama a los desamparados, a los fuera de la ley, a los sinceros de corazón, a los jóvenes, a los proletarios inteligentes, a los vencidos, a los revolucionarios y a los ambiciosos (¿quién si no tendría sed de cambio?) para que conformen una nueva casta, ‘un bloque donde se consoliden todas las posibles esperanzas humanas’”.

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Por otra parte, el rico imaginario de Roberto Arlt provee otra analogía en “El juguete rabioso”. El personaje del «Club de los Caballeros de la Media Noche» es un ladronzuelo de barrio, lector de historias sobre bandoleros. Luego de padecer una humillación tras otra intenta suicidarse y fracasa. Finalmente planea un golpe con un viejo integrante del Club, percaba por traicionar a su amigo.

En la Fundación entretanto, sostienen: “Siendo fieles a los principios del bandolerismo social, destinaremos el 75% a la financiación y producción de 25 obras; y el resto al desarrollo y crecimiento de la Fundación”. El dato delata la intención de continuidad de la institución. Cabe aclarar que el ambiente artístico en pleno celebró el gesto subversivo de Vico, su brillante estrategia para desterrar privilegios, poner en primer plano las demandas de los artistas y agenciarse por completo del espacio y la facultad de decidir. En el territorio Faena flamea la bandera del arte joven y se festeja esa gloria. Además, la batalla ganada es metáfora del “furto con destreza” (robo con destreza), como denominó Bonito Oliva a las citas y apropiaciones cuando estimuló a los artistas a adueñarse con absoluta libertad del arte y de estilos ajenos, sin importar el origen.

No obstante si a partir de la figura de Katzestein, cabeza de la Universidad Torcuato Di Tella, se analizan los “prontuarios” de los actores de esta ficción, Vico no oculta su paso por la institución, pero Belén Romero Gunset, Alejo Ponce de León y la curadora Palacios Hidalgo, también pertenecen a UTDT, antecedente que podrían restarle gracia al relato del rey de los bandoleros. No es la primera vez que una institución teje alianzas convenientes, como en este caso. Pero la sinceridad y la “osadía” de los Bairolettos, el afán “reivindicativo de estos siervos de la justicia”, pierden en alguna medida el glamour revolucionario.

En la sala están las obras. Hay una fuente rodeada de flores que denuncia la contaminación del agua de Santiago del Estero motivada por la minería de Catamarca; hay dos artistas que leen libros robados; un animal con el cuerpo de un obrero atravesado en sus cuernos; una máquina utópica para fabricar esculturas; un artista moliendo trigo, mostrando la plusvalía, la fuerza viva de su trabajo; otra que promete euros al que ponga pesos y una obra compleja para enunciar un reclamo del ocio. En un muro se vislumbra la imagen evanescente de un dólar dibujado con billetes que fueron desgastados en la pared y abandonados en el piso. La muestra entera puede verse como un gesto heroico o como un fiel espejo de nuestro acontecer, de las “pequeñas estafas financieras”, las gestiones un poco fraudulentas y la violencia imperante, como “La revolución de los barrabravas” o “Foto locus”. Los videos exhiben con humor (http://vimeo.com/61931182) al coleccionista Gustavo Bruzzone, sometido a la tortura por reunir arte Light, o al artista Pablo Siquier, castigado por pintar abstracciones’. Texto de Ana Martine Quijano

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El sábado por la tarde la vida real interrumpió el clima de fiesta de fin de curso. La obra de Alejandrina Solá, representativa del campo expandido del arte, consiste según figura en el catálogo, en “una conferencia de Osvaldo Bayer sobre Severino Di Giovannyi”. A sus 86 años, apareció el escritor en medio de la escenografía de cartón. Vico se refiere justamente a las situaciones verosímiles e inverosímiles, a ese tiempo en que la realidad se suspende, y dice: “decidís creer, no creer, creer una parte, porque sabés que no es tan cierto ni tan mentira”.

Como Thomas De Quincey en “El asesinato considerado como una de las Bellas Artes”, un ensayo que relativiza con lúcido humor las cuestiones filosóficas, estéticas y morales del crimen, Melina Ruiz Natali escribe “La estética del bandolero”. Con una ética laxa, cuenta que llegó a “pensar en la estética del robo cometido por el intelectual”. Y agrega: “Se tiende a asociar a una manera de hacer justicia cultural. El intelectual que recibe bajos salarios, y que, en un sutil acto de protesta contra el capitalismo, le roba libros a multinacionales. [...] hay algo en el gesto del intelectual, que celebra ciertos actos del hurto como acciones justas”. En suma, la Fundación Vairoletto abre el telón para mostrar un universo que no es el real pero se le parece demasiado’. Fin del texto de Ana Martinez Quijano.



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