Ayer fue mi primer visita (y creo que la última) al Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti. Cuando Gaby Levinas me llamó y me dijo que me pasaría a buscar por el sanatorio donde está internada mi mamà vi una oportunidad para hacer una visita a un lugar que, de otro modo, es de acceso, cómo decirlo… contra-intuitivo. De este modo, en una tarde de domingo de febrero, nos dirigimos a este museo/centro de exposiciones de arte contemporáneo inaugurado por los Kirchner en el predio de la ESMA cuyo objetivo es algo difícil per se que es la mostración de ‘arte político’ en el cubo blanco de la galería de arte contemporáneo. Si bien esto, en los papeles, parece fácil de lograr, en la práctica es algo harto complejo y es esta una de las principales razones por las que el Centro Conti, desde el vamos, es una caricatura de sí mismo.
Esta complicada relación entre arte y política es un tema que vengo trabajando en mi libro (a ser publicado en Marzo de 2016 por Penguin/Random House) y también en las Pastelas (ver la de Minujin, Gorriarena,Tucumán Arde y próximamente Carlos Alonso y Ricado Carpani). Digo que esta relación es compleja ya que la relación entre arte, figuración y política siempre tiene el problema de transformar la relación entre lo que se dice y quien lo consume de manera coherente.

El acceso para discapacitados es más grande que el Centro Conti mismo. Más apto para cruzar la Panamericana que para silla de ruedas.
Por ejemplo, el cuadro de caballete es solo consumido por el burgués que tiene dinero para comprarlo. Estos fueron los casos de Carlos Alonso y Carlos Gorriarena quienes, a pesar de su militancia en el comunismo, le vendieron a un mercado, ideológicamente en las antípodas de aquellas cuestiones que estaban denunciando. El otro modo de mostrar arte político figurativo es el del muralismo. El problema que plantea el muralista es su alto costo debido a su intensiva labor. Es por esto que siempre la figuración es dada a los especialistas (muralistas como Siqueiros, Spilimbergo, Alonso, entre otros), a un alto costo de ejecución, para el disfrute e instrucción del ‘pueblo’.
A diferencia de esto, el Centro Cultural Haroldo Conti plantea un juego de inversiones que redunda en un gasto estructural de $65 millones de pesos anuales (sin contar personal) que parece evaporarse en el aire. Creo que Gaby Levinas se refirió a esto en el programa de radio de Lanata de hoy por lo que lo único que diré al respecto es que fui recibido en la recepcion por dos empleadas, una de ellas con los pies sobre su silla con las rodillas flexionadas como si fuera una de esas mujeres parturientas representadas por David Alfaro Siqueiros en su ‘Ejercicio Plástico’. Cerca de su expuesta (aunque tapada por alguna tipo de lycra) vagina, un mate daba la pauta de que el visitante no era prioridad. De más está decir que ayer domingo a las tres de la tarde, Gaby y yo éramos los dos únicos seres humanos (además del ejército de empleados) visitando la muestra. Sin embargo no quiero detenerme en esto sino en el arte porque creo que el arte en el Conti (en tanto monumento kirchnerista) constituye la contra-cara del Monumento a Colón, desarmado por orden Presidencial y permite entender los modos de representar la realidad de este régimen.
Apenas uno entra el Conti, se enfrente con una serie de paredes con frases y aforismos que preparan al espectador para ver (de un modo determinado) al arte allí mostrado. Esta necesidad de ‘subtitular’ la experiencia estética, avant la lettre, da la pauta de la poca fé del curador (kirchnerista?) en el buen criterio del espectador. Otra prueba de esto fue la necesidad de poner un video explicativo sobre la posición oficial sobre la vida de Eva Perón al final de la instalación de Nicola Costantino en la Bienal de Venecia.
A metros de la entrada y tras sortear dos recepcionistas más, nos encontramos con un Falcon Verde deconstruido que constituye la obra ‘Autores Ideológicos’, un colectivo compuesto por Javier Bernasconi, Luciana Parodi, Omar Estela, Marcelo Montanari, Marcela Oliva, y Margarita Rocha. Digo de-construido porque todas las piezas están en su lugar pero a una pequeña distancia las unas de las otras. Este tipo de experiencia caracteriza al trabajo del colectivo Cubano ‘Los Carpinteros’ que se encargan de maravillar con la objetividad y complejidad de lo de-construido. En este caso, es más bien algo que puede ser hecho, con cierta dedicación, en cualquier taller mecánico. De manera longitudinal se abre una suerte de pasillo através del cual el visitante puede recorrer (desde adentro) la obra. Esta partición al medio es una referencia al arte contemporáneo ya que plantea asociaciones visuales con las obras de Damien Hirst.
La obra presenta, sin embargo, vario problemas. Para empezar es de yeso blanco o pintada en blanco para simular ‘artisticidad’ en alusión, supongo, a la pureza y a-temporalidad de la escultura clásica. Otra cuestión, desde ya, hubiera sido si estas piezas hubieran sido de marmol, pero no es el caso, desafortunadamente. En tal sentido, el Falcon Verde de-construido es un Falcon blanco y no verde lo que plantea problemas de interpretación, sobretodo, para las nuevas generaciones. Dicho de otro modo, si el visitante no lee la explicación y no sabe de la necesaria relación entre el Falcon y la ESMA, será dificil que haga del objeto blanco uno verde. En este sentido, todo el ejercicio depende de su emplazamiento, exige un manual de instrucciones y carece de valor en cualquier otro lado. Lo que complica la interpretación es que los siniestros ‘Falcon Verdes’ no tenían numero de patente y este, sorprendentemente, sí. Pueden cometerse semejante error en el Museo de la Memoria?
Tras esto, uno entra e una sala de tamaño de estadio de Basquetbol en donde encontramos la muestra colectiva ‘LINDE/MIT’ (Modelos de Intercambio Temporario) curada por COZA (otro colectivo !!! compuesto por Roger Colom, Julia Masvernat y Leonello Zambón) y con la participación de los artistas: Colectivo IO, Tulio Pinto, Magela Ferrero, Juan Gugger, Julia Masvernat y Leonello Zambón con Felippe Moraes, Marcelo Armani, Nocturama y Nazareno Rodrigues como artistas invitados (lo que sea que signifique). Bien, este espacio intermedio tiene una suerte de container de madera de pino que incluye en su interior una muy mala imitación de las obras de Kara Walker (ver imágen) y Webster & Noble (ver imágen) en su interior.
En síntesis, la obra es ‘otra’ de-construccion de la mecánica de construcion de imagenes sobre una pantalla como si fueran proyeccioness de figuras mecánicas. Para ver la obra en su totalidad (que, está, parcial y mecánicamente en movimiento), el espectador tiene que dar la vuelta por detrás de la pantalla (como de cine). De ese modo puede ver tres o cuatro pantallas más pequeñas y alternativas. Supongo que, si somos optimistas, esta obra plantea que la realidad depende desde qué punto de vista se la mire. Aunque, a decir verdad y como la experiencia del espectador está fisicamente controlada, toda ambigüedad es reducida y la obra plantea, más bien, que detrás de una historia oficial hay otras historias menores que quedan subsumidas a esa historia hegemónica. Podemos referirnos al ‘relato kirchneista’?
Puede decirse que esta obra es la representación de una idea a modo de ‘arte contemporáneo’ y esto es algo que parece repetirse en toda la muestra en donde todo pretende parecerse al arte contemporaneo como si este fuera una suerte de disfraz que puede utilizarse para comunicar cualquier mensaje. Esta circularidad vacía de contenido toda la experiencia antes de empezar ya que hay una serie de elementos dispersos alrededor de la sala que refieren al ‘arte contemporaneo’ pero no constituyen valor en sí mismo. Es esta obsesión por la superficie y la apariencia ‘a primera vista’ que creo transforma la experiencia en el Conti bajo la coordinación visual de Andrés Labaké en un monumento al kirchnerismo (tardío) en su desesperación y oportunismo cortoplacista. Nada de esta sala se sostiene por sí solo y todo parece pedirnos que sepamos comprender la pobreza dada la complejidad del tema.
Sin embargo, hay una instalación en una de las salas que, según entiendo, pone en evidencia la realidad del kirchnerismo como nunca antes, sobretodo, tras la muerte de Nisman. Dicha sala parece ser una sala de Inteligencia en donde los servicios están discutiendo carpetas de prisioneros en un cuarto oscuro. Las carpetas son demasiado delgadas como para plantear seriedad alguna en el trabajo realizado, sin embargo plantean una preocupacion por saber y manipular al otro que realmente constituyen otro monumento al kirchnerismo tardio Stiussiano.
Finalmente, una muestra de excelentes fotos de Carlos Bosch bajo el titulo del Huevo de la Serpiente registra distintos actos organizados por la Falange. Entre ellos, un homenaje a Francisco Franco y la visita de Georgio Almirante al Valle de los Caidos. A través del titulo y del posicionamiento de la muestra, el Conti intenta señalar al enemigo (la derecha católica integrista). Sin embargo, la única diferencia entre esas imágenes y las imágenes de los actos de La Campora es que los Falangista estan mucho mejor vestidos.
Decepcionado por la atención al publico, por la convocatoria y por lo mostrado en el Centro Conti, miré el folleto explicativo. A la derecha del mismo está el listado de los departamentos y de personal. Son muchos (pero muchos) pero, para dar un ejemplo, Relaciones institucionales (Vicky Kornblihtt), Comunicación (Luciana Estevez) y Publicaciones (Jorge Makarz y Maria Andrea Turdera) son tres departamentos y cinco personas diferentes. Todo esto para dar soporte comunicacional (?) a lo que hice referencia en el resto del articulo. Repito que durante los tres cuartos de hora que estuvimos allí eramos los unicos visitantes. Todo lo visto en el Conti seria escandaloso aun si nuestro país fuera rico. El Conti es un monumento estético a la proyección psicológica de la inseguridad kirchnerista. J A T
FOTOS: GABY LEVINAS
MIRA LA PASTELA SOBRE CARLOS GORRIARENA Y TUCUMAN ARDE
